Magdalena Huelga es la secretaria general de la Federación Asturiana de Comercio. De su mano LA NUEVA ESPAÑA profundiza en uno de los aspectos económicos y sociales claves del municipio, la vida comercial, dentro del análisis que la serie "El pulso de la ciudad" está realizando del estado de Oviedo, su evolución en las últimas décadas y su proyección en los próximos años.

- ¿Cómo está el comercio?

-La evolución, mejor involución, de los últimos años no se diferencia mucho de la del resto del país porque hemos sufrido las mismas consecuencias de las mismas causas. Básicamente, la crisis económica trajo una fortísima crisis de consumo. El comercio urbano de proximidad había sufrido ya antes, desde los ochenta, la competencia de otros formatos, las grandes superficies, que se colocaron en el extrarradio, quitándole importancia a las áreas comerciales urbanas como polo de atracción.

- Más en el caso de Oviedo, que concentraba, de municipios vecinos, aquello de "ir a comprar a Oviedo".

-Sí, eso definió mucho la ciudad. Era un punto de caída para muchos compradores de otros puntos de Asturias, e incluso de provincias limítrofes. Y en otras ciudades, como Gijón, eso no funcionaba así.

- Para Oviedo, el gran golpe supongo que comienza en 2001 con la inauguración de Parque Principado. ¿No?

-Sí, lo que hoy es Intu tuvo un papel importante en la pérdida de fuerza comercial de la ciudad. Después vino esa época de crisis y ahora nos enfrentamos a la poscrisis, en la que el consumo no ha remontado a los niveles que debiera. En Asturias el empleo ha caído muchísimo y los salarios no han crecido, lo que se traduce en rentas disponibles muy limitadas. Si a eso sumamos que la capacidad de consumo es la que es y la pérdida de potencia comercial, podemos concluir que estamos en medio de una revolución.

- ¿Revolución?

-Sí, porque se han desencadenado una serie de acontecimientos de cambio en los modelos de consumo, en las formas de comprar. Incluso se han roto las cadenas de distribución y los comerciantes han visto cómo el propio fabricante vende tu mismo producto en tu ciudad. Todo esto, la cadena tradicional fabricante, distribuidor, minorista, ya no sirve. Las pequeñas empresas han tenido sus dificultades para adaptarse a este proceso tan rápido y nos hemos encontrado con el panorama de la desertización comercial de las ciudades.

- ¿Hay soluciones?

-Sí, tenemos esperanzas. El auge digital y el cambio de hábitos ha sido tan rápido que ahora estamos viendo ganas de ciudad. Vuelve la idea de vivir las ciudades, de disfrutarlas, de encontrar una variedad y una singularidad que ni los comercios globales ni las grandes cadenas te pueden dar. El pequeño comercio te lo puede ofrecer por su singularidad, por su servicio personalizado. Esa atención es un potencial que hay que aprovechar. Los comerciantes lo están haciendo muy bien. Los que han podido soportar el cambio han aprovechado para innovar y mantener la calidad, sabiendo que está ahí el hecho diferencial. Trabajan las redes y las webs y añaden la experiencia de ocio a la experiencia de compra. Los que reforman no lo hacen pensando sólo en su negocio. El de la librería pone también un espacio de lectura, la juguetería unos talleres o la perfumería un espacio para cursillos.

- ¿También en Oviedo?

-Sí, también. Vemos la tendencia.

- ¿Cree que lo que sufre el comercio aquí es comparable a otras ciudades? ¿Gijón, por ejemplo?

-Los comerciantes de Gijón están en la misma situación. Veo otros aspectos que pueden definir a Oviedo, como la falta de medidas colectivas. Estas empresas de pequeño formato tienen que unirse para hacer estrategias comerciales comunes. Nosotros pusimos en marcha en 2002 el proyecto "Oviedo Tiendas", que en 2009 aglutinaba a 1.100 comercios. Era, bueno, todavía está viva, una marca común para el comercio de Oviedo. Pero nos falló el apoyo institucional. Se apoyó durante muchos años, se hicieron inversiones y en un momento dado se retiró el apoyo. Lo pongo como ejemplo de que si ya somos una región con mucha atomización empresarial, en Oviedo estamos más disgregados todavía. Cada poco nace una asociación de comercio. Cuando algo no gusta, en vez de tratar de sumarse a las estructuras que ya hay para hacer más fuerza, se forma otra asociación. Esa desunión no nos beneficia.

- ¿Cuántas asociaciones de comercio hay?

-Por lo menos, siete. Es difícil sacar un proyecto común así. Nos perjudica mucho. También de cara a hablar con la Administración.

- ¿Qué piden a los políticos?

-Es curioso porque han asumido de tal manera nuestro discurso que a veces nos superan. Tenemos una red importantísima y hay que aprovecharla. Los políticos se dan cuenta de que el motor de la ciudad es el comercio, donde se recauda, también, lo que da luz y seguridad. Todo eso ya forma parte de sus discursos. En este Ayuntamiento son más vehementes que nosotros hablando del comercio. Estamos rodeados de cariño y comprensión, pero para poner medidas... Hay que llenar de contenido todo esto. Es tal la cantidad de gente pidiendo ocio, entretenimiento, cultura... Como el montaje de Navidad de Vigo. Los programas electorales están llenos de buenas intenciones, nos sobran mimos y nos hacen falta medidas concretas, con presupuesto y calendario de ejecución. Y hacerlo con el mayor consenso posible.

- ¿Más motivos para la esperanza?

-En Oviedo hay dos equipamientos que nos alegran mucho. Uno es el Vasco, algo era necesario, porque ese solar era una vergüenza. Crear ese espacio será un nexo de unión entre dos zonas, potenciará García Conde y la juntará con el Milán. Lo otro es el proyecto de remodelación del Calatrava. Parece que se han dado cuenta de que no se trata de llamar a Inditex, hacer tabiques y rellenar. Piensan en el marketing y en el ocio.

- Son curiosos casos como Valentín Masip, una calle que parece que se escapa a la desertización.

-Nuestros socios nos dicen que sus números tampoco son espectaculares. Pero es verdad que tiene una alimentación que es una maravilla, como para no moverse, hay vida de barrio y eso es una oportunidad. Tienes la Ería e incluso lo que te puede llegar de La Florida. Hay dinamismo.

- Casi una calle Uría de la zona oeste. Y al Este, sin embargo, con el mayor crecimiento demográfico, ¿qué pasa con La Corredoria?

-Bueno, tienen un puente que les lleva directamente al centro comercial. Y un urbanismo que hace difícil encontrar locales comerciales. Los edificios se hicieron sobre patucas, sin espacio para negocios. Es un fallo de origen. ¿Qué ciudad pretendes construir así? De mano, una ciudad dormitorio.

- ¿Qué pasa con las grandes cadenas?

-Ese comercio, siempre que esté en cascos urbanos, te fija población, son una gran ayuda. En esos casos ya piensas, incluso, en ir al supermercado, pero la carne, el pan o el pescado en tus sitios de siempre. Pero si coges el coche y te vas, la ciudad ya pierde todas las oportunidades

- ¿Qué más pide?

-Sería muy bueno para el comercio que se potenciara esta industria de los oficios artísticos, los tradicionales. Más allá del folclore de las ferias. Desde la costura al diseño o la elaboración de todo tipo de productos artesanales. Hay una vuelta al producto singular, y hay que potenciar las estrategias ante ese tipo de productos.