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Los cultivos del Paraíso

Boletus desde el corazón

Las setas, entre las más deseadas del mercado, destacan por su textura y nacen entre el fin del verano y el principio del otoño

"Boletus edulis". PELAYO FERNÁNDEZ

Hace dos años de esto. Algunas tardes me acercaba a una residencia próxima a Oviedo para ver a una familiar. Mientras ella dormía una pequeña siesta, yo iba a tomar algo al bar, allí mismo. En una de aquellas visitas se me acercó uno de los internos en su silla de ruedas. Tendría ochenta años. De expresión agradable y educado. Era lector de mis artículos, veía que a mi me gustaban las historias de amor. Asentí. "En ese caso, tengo un buen relato para usted". "Adelante", le respondí curioso mientras revolvía el café.

"Era octubre de 1958. Lo sé porque faltaban unos días para empezar el curso. Yo tenía 19 años. Con mi tienda de campaña y poco más había subido a Isoba. La novia de un amigo era del pueblo, y él, que andaba por allí, me animó a subir. Al llegar vi setas. Lo comenté con Josechu, que así se llamaba mi compañero. "Hay aquí una prima de mi novia que va a salir a buscarlas. Ven, que te la presento".

"Marina era de mi edad; ni guapa ni fea, pero tenía algo, además de sus ojos negros. Vivía en París con sus padres, emigrantes. Me dijo que no le importaba que la acompañase. Sabía de una mancha de robles donde había boletus". relató.

El "Boletus edulis" es una de las setas más deseadas. Nace entre fines de verano y otoño en pinares y robledales, y es inconfundible por su forma panzuda, con el sombrero tendiendo a marrón, y porque no tienen láminas sino poros. Es muy característica pero conviene usar la regla de oro: solamente recoger los hongos que conozcamos.

"Marina no era habladora, problema que resolví yo charlando en demasía. Bajo los robles recogimos una cesta de boletus, suficiente para preparar tortillas para la decena escasa de chavales que estábamos en Isoba. Tras la cena alguien sacó un aparato de radio, lo hacían todas las noches, según me contaron, conectaron una emisora con canciones dedicadas y armaron una pequeña fiesta. Yo no sabía bailar y me senté en el suelo, con la espalda apoyada en la fachada. Llevaría más de media hora así cuando se acercó Marina y me preguntó si no quería bailar. Le respondí que me encantaría pero no sabía. "Es muy fácil, déjate llevar". La cogí por la cintura, pero ella me acercó. La canción era un éxito del momento: "La piu bella del mondo", de Teddy Reno. Nunca había tenido una mujer tan cerca. Noté su calor, era dulce, dulce. Me separé un poco de ella porque me entró miedo de que notase los golpetazos de mi corazón. Aproveché para mirarla. Ella estaba haciéndolo también. Profundamente. Algo me alcanzó dentro, no supe qué. Yo, el lenguaraz, no podía pensar ni decir nada. Ella se apretó contra mi, y sentí su mejilla en la mía. Fue una conmoción, la más deliciosa de mi vida. Cuando acabó la canción le dije 'Otra más, solo otra'. Accedió. Después nos separamos. Marina bailó con otro de los chicos, pero se veía que lo hacía de forma convencional. Cuando al girar la pareja él me daba la espalda, ella me miraba, me miraba, me miraba. Cuando el baile acabó marché para mi tienda, tras unas matas de escoba. Me senté delante, encendí un cigarrillo, llené los pulmones con el humo y miré las estrellas. Estaba nervioso; nunca había sentido algo así. Me acosté.

Alguien abrió la cremallera de mi tienda. Era Marina. Me besó con fuerza. Abrió mi saco, se quitó la ropa, y nos entrelazamos. Yo, ahogado, le dije 'Es la primera vez, no sé si?' Ella rió y me susurró. '¡Pero de donde me sales, hombre!' En medio de la noche se fue. Yo no creía nada de lo que me había pasado, y supe que la felicidad cría ganas de llorar. Cuando desperté, el sol ya pegaba en la tienda. Me acerqué a las casas. Pregunté por Marina. 'Subió el taxista de Felechosa a buscarla, para coger el tren en Mieres. Hasta París es un viaje muy largo'. Jamás la olvidé".

La historia continuó: "Hace tres años me llegó una carta de una hija suya. Su madre, que acababa de fallecer, le había encargado decirme que por su prima siempre supo de mí. Y que toda, toda su vida recordó aquella canción de Teddy Reno".

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