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Concha Heres, la benefactora olvidada

Se cumplen 75 años de la muerte de la que fue esposa del hacendado indiano Manuel Valle, que una vez viuda destacó por realizar notables obras benéficas en la región

El solar en el que se ubicaba la casa de Concha Heres en Oviedo, que hoy alberga la sede del Banco de España.

Este año se cumplen tres cuartos de siglo de la muerte de Concepción Heres Palacio, esposa de Manuel Valle, un destacado asturiano en la política y en los negocios de la industria tabaquera en La Habana en el último tercio del siglo XIX. Valle fue Presidente de la Diputación de la Habana, Coronel del cuarto Batallón de Voluntarios de dicha ciudad, propietario de las fábricas de tabaco "La Flor de Cuba" y "El Águila Imperial" y presidente durante la década de 1886-1896 del Centro Asturiano de Cuba.

Fue un tiempo en que coincidían los dos hitos más importantes de nuestra emigración a Cuba: por un lado la adquisición del Casino Español y por otro, la construcción de la Clínica Covadonga. Valle falleció en París el 21 de noviembre de 1896 y sus restos mortales fueron trasladados a Asturias el 4 de diciembre siguiente. Las exequias se celebraron en Grado, donde la familia tenía un bello panteón, que aún destaca entre todos los demás en el cementerio de la villa; en San Tirso de Candamo, de donde era natural y en la Catedral de Oviedo.

Concepción Heres había nacido en Belmonte de Miranda. Era hija de Diego Fernández de Heres y Muñiz Miranda y de Luisa Palacio y Rodríguez San Pedro. Siendo muy niña se trasladó a Grado a casa de su tía Joaquina Palacio. Allí aprendió las primeras letras. Pronto destacó por su viveza y buenas aptitudes para el estudio. Ya de adolescente brilló por su belleza que le serviría para bautizarla años después en Cuba como "La Perla de Cuba" o "La Reina de las Fiestas". Concepción o Concha como se le conoció popularmente se había casado, siendo casi adolescente, por poder, con Manuel Valle.

Viajó a La Habana en 1883 y pronto se integró en la vida social de la capital cubana. Su protagonismo fue relevante en los actos sociales que tenían como marco tradicional el Casino Español. Al enviudar el 21 de noviembre de 1896, se trasladó a Oviedo donde vivió hasta que se trasladó a Madrid donde falleció repentinamente el 2 de junio de 1943.

La filantropía de Concha Heres. Uno de los rasgos más sobresalientes de Concha Heres fue su acentuado sentido de la filantropía y su disposición permanente a la beneficencia. Son innumerables las aportaciones a causas benéficas entre las que destaca la fundación y mantenimiento de las Escuelas de El Bosque en Oviedo, orientadas a la acogida de niños pobres. Pero sin duda, la financiación íntegra del Pabellón "Manuel Valle" de los futuros sanatorios del Centro Asturiano de El Naranco, fue su aportación más significativa: 500.000 pesetas en 1928, cantidad astronómica para la época. Por aquel tiempo también tuvo lugar otra aportación destacada de la viuda del Marqués de Valdecilla para la fundación del hospital que lleva el nombre de su esposo en Santander.

Concepción Heres recibió la Gran Cruz de la Beneficencia el 27 de septiembre de 1926, por su constante labor en pos de la beneficencia. Fue dos años antes de su aportación extraordinaria al sanatorio del Naranco.

Concepción Heres está presente en el callejero de Oviedo, en el Centro Asturiano, en Grado y en Belmonte. Los asturianos tenemos una deuda perpetua con personajes como Concha Heres, Pepín Rodríguez y José Cima de Colloto, Junco y los hermanos Sobrino de Llanes, o Cadierno en Allande. Todos ellos hicieron obras gigantescas en beneficio de sus pueblos de origen, una filantropía sin parangón en el mundo, si exceptuamos la emigración gallega y en menor medida la vasca.

Concepción Heres era propietaria de un chalet en la calle Toreno 6 de Oviedo, que fue vendido posteriormente a la familia Masaveu. Esta familia presentó ante el Ayuntamiento una solicitud de derribo el 3 de marzo de 1978, lo que originó una fuerte polémica entre los partidarios y detractores de la demolición, en el verano de aquel año.

Al final se adquirieron los terrenos para edificar la sede del Banco de España. La desaparición de la casa fue un verdadera lástima. Si se hubiera mantenido en pie, junto a otros edificios también desaparecidos como el chalé de Olivares en la esquina Uría-Toreno se hubiera transformado la calle Toreno en un magnífico bulevar.

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