Cuando los judíos recuperaron en el siglo II "antes de la era común", como ellos denominan a la era de Cristo, su gran templo en Jerusalén y con ello su independencia, encendieron un candelabro pero el aceite que tenían era de mala calidad y tuvieron que manufacturar otro nuevo, aún así ese aceite que prendió el primer día aguantó otras ocho jornadas, las necesarias para fabricar el bueno. Los judíos de todo el mundo celebran esa suerte de milagro en la purificación de su templo con la fiesta de las luces, la Janucá, que tiene lugar desde el día 2 al 10 de diciembre.

La comunidad judía en Oviedo lo lleva celebrando toda la semana y ayer hicieron una convocatoria pública en la plaza del Fontán, donde tienen su sede. La presidenta de los judíos en Asturias, Aida Oceransky explicó a un centenar de personas, unos judíos, otros ovetenses si más y muchos turistas, la historia de su pueblo y el rito de las velas. "Encendemos una vela por cada día de la semana y a ellas se suma una más que es la central, más grande, con la que encendemos el resto", dijo. Y así lo hicieron con una "januquía", el candelabro judío de siete brazos, de más de dos metros de altura, que habían instalado en la plaza del Fontán. Antes, los asistentes cantaron canciones en hebreo y olieron especias aromáticas "para comenzar la semana purificados", apuntó Oceransky.

Tras el encendido de la enorme januquía procedieron a dar luz a otros candelabros más pequeños, uno por cada familia participante. Y para finalizar el acto hubo brindis y dulces para los asistentes. Los judíos de todo el mundo seguirán celebrando su fiesta hasta mañana lunes.

Lo llamativo de la celebración congregó a numeroso público entre los que estaban los concejales del PP Covadonga Díaz y Agustín Iglesias Caunedo.