"La diferencia de tamaño entre un nanómetro y un metro es la misma que existe entre una canica de un centímetro de diámetro y la Tierra, que tiene mil millones de centímetros". Así lo explicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Juan Manuel Tascón, investigador del Instituto Nacional del Carbón Incar-CSIC, que pronunció la conferencia titulada "La nanotecnología, el carbono y los seres de la naturaleza", en el marco del ciclo de charlas de otoño del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Juan Manuel Tascón, que fue presentado por Ángeles Gómez, delegada institucional del CSIC en Asturias, señaló que "un nanómetro es un 1 con nueve ceros delante". Añadió que la nanotecnología ya afecta a casi todos los ámbitos de la vida y ha llegado para quedarse. "Se suele tomar a esta ciencia como una panacea; algo que sirve para todo, y es verdad en parte, sobre todo en el mundo de la agricultura, de la sanidad o en el campo biomédico", indicó Tascón.

El científico considera que "la miniaturización de los materiales es una gran ventaja a la hora de realizar nuevas aplicaciones. "Todo aquello que sea aumentar la superficie disponible a base de disminuir el tamaño, va a ser positivo", aseguró. "Otra cosa son las propiedades especiales que la materia adquiere a un tamaño reducido", añadió el investigador. Tascón puso como ejemplo el oro, que a nanoescala se vuelve liquido a temperatura ambiente; el cobre, que se pone transparente, y el silicio que pasa de ser aislante a ser conductor. "Son un poco como efectos mágicos pero tienen una clara explicación científica", indicó. Tascón también se refirió a los puntos cuánticos que llevan las pantallas de los televisores para que sean más brillantes.

El investigador del Instituto del Carbón también hizo un poco de historia y se refirió a la copa de Licurgo, una copa en jaula de vidrio romano del siglo IV que fue fabricada con un vidrio dicroico, que presenta diferentes colores dependiendo de si la luz pasa o no a través del material. El vidrio toma un tono rubí cuando la copa es iluminada desde atrás y verde cuando se la ilumina frontalmente. El efecto se consigue mediante un vidrio al cual se le ha incorporado una pequeña cantidad de nanopartículas de oro y plata dispersas en el vidrio. "En el año 300 los artesanos ya estaban haciendo nanotecnología sin saberlo", señaló. Un proceso similar se llevó a cabo en la Edad Media con las vidrieras de las catedrales. "Cuando necesitaban colorear un vidrio de rojo ponían nanopartículas de oro", aseguró Tascón.