El empresario de origen asturiano Pablo Medrano fundó Casual Robots en 2013, aunque empezó a tenerlos un poco antes, en 2009. "Pero no es sólo tenerlos". Su negocio está a caballo entre las grandes consultorías y los que venden las máquinas. Él funciona, en realidad, como una especie de agencia de contratación de robots. Si un aeropuerto o una empresa vienen a verle para solucionar determinadas funciones, su equipo selecciona al robot más adecuado para esa tarea. Se los sirve, los gestiona y los mantiene. "Vendemos servicios, no vendemos robots", resume. Está convencido de que el robot asistencial ha venido para quedarse y que todas las empresas tendrán que acabar incorporando la robótica.