En las nueve hectáreas del Campo San Francisco se concentra gran parte de la actividad de estas Navidades. En el paseo del Bombé, por primera vez, está instalada la pista de patinaje sobre hielo, un trenecito infantil circula por el parque y desde el pasado viernes está abierta la Rosaleda de los Artesanos, con cerca de setenta puestos de venta. Entre el ocio infantil y las compras el Campo es el mayor foco de atracción de las Navidades en Oviedo.

La Rosaleda de los Artesanos tiene este año una veintena menos de puestos que en anteriores ediciones. Unos vendedores dicen que es por el retraso con el que el Ayuntamiento sacó la convocatoria, otros por las malas ventas de la anterior edición. Sea por lo que sea, este año hay algo más de sesenta "stands", una cifra que Dani Vega, que vende joyas y bisutería y que tiene su taller en Oviedo, considera mejor dimensionada. "Antes era demasiado, la medida justa es la de ahora", opina.

Algunos de sus compañeros en la feria se quejan de la caída de las ventas, como Saioa Ameztegui, que viene de Llanes con sus productos de papelería. Cuenta que "los hábitos de compra han cambiado" y comenta que el descenso de ventas se notó especialmente el año pasado. Aún así, Oviedo es un mercado interesante. Elena Menéndez, que reside en la misma ciudad, lleva años vendiendo sus diseños de ropa en la Rosaleda, tiene clientela fija y asegura que, en comparación con otros lugares, en la capital asturiana la gente sale dispuesta a gastar más dinero.

Las hermanas Manuela y Ángeles Santiago visitan la Rosaleda todas las Navidades y "siempre cae algo". Dicen que en el mercado del Campo "hay cosas originales, que no se encuentran en otro sitio".

En el mercadillo de la Escandalera los precios son más populares. Pilar Rodríguez, que tiene un puesto de ropa, se queja de que "las ventas van mal" y dice que hasta la huelga de transporte se nota. Comenta que la clientela aumenta por las tardes, y mucha llega de fuera de la ciudad.