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VÍCTOR GARCÍA OVIEDO | Arquitecto, redacta el nuevo Plan General de Oviedo

"Oviedo no es consciente de lo que tiene entre manos con el Cristo, La Vega y Santullano"

"La mejor ciudad es donde se da la promiscuidad de usos, no podemos ser tan rígidos, hay que evitar la ciudad administrativa que no vive"

Víctor García Oviedo. LUISMA MURIAS

El arquitecto Víctor García Oviedo (Bilbao, 1953) llegó a la ciudad que cuelga de su apellido en los años ochenta. Apasionado de la cosa regional, destacado profeta del área central, este urbanista vitalista y coñón trabaja en la actualidad junto a Ramón Fernández-Rañada y Emilio Rico en la redacción del nuevo Plan General de Ordenación de Oviedo.

-¿Qué necesita esta ciudad?

-Antes, en la Transición, se trataba de conseguir lo inmediato: asfaltar calles, diseñar zonas verdes, hacer equipamientos. Había que construir las ciudades y el país. Cuarenta años después, tras una crisis brutal, la mirada tiene que ser otra. Y el primer problema es de escala y proporcionalidad. Antes todo era abarcable, pero ahora la ciudad está en todas partes, invade el territorio, lo que llaman la ciudad difusa. Antes Oviedo era Oviedo, ahora la mirada tiene que ser más comarcal, metropolitana y regional, en el marco de una ciudad región. Y, sobre todo, no confundir lo urgente por lo importante. Las soluciones de antes de la crisis no nos valen para estos tiempos.

-Ya se hablaba hace cuarenta años del área central.

-No es lo mismo. Entonces se discutía sobre la caracterización del área central. Ahora estamos en cómo la vamos a construir y con quién, porque ya sabemos que nos interesa construirla. Hasta los economistas urbanos, como Fernando Rubiera, en el Regiolab, han sido capaces de medir que el PIB pasaría del 5% al 10% si se llega a conformar el área metropolitana central. No hay que olvidar cuál es el primer objetivo regional: hay que general actividad hasta de debajo de la piedras para crear empleo.

-¿Tiene respuesta al cómo?

-Con un plan de proyectos que se denomina Proyecto Asturias. Y para ello hay que contar con la participación no solo de los partidos políticos sino de todos los agentes económicos, sociales y políticos de la comunidad. La sociedad civil. Y hay que construirla desde nuestras señas de identidad, que no son ni la lengua ni las señas identitarias de los pueblos. El proyecto Asturias se basa en las señas de identidad modernas, que vienen del movimiento obrero, la revolución industrial y la Ilustración y están ligadas a los derechos de cuarta generación: educación, sanidad, dependencia.

-¿Puede dar detalles?

-Los espacios libres, y cómo podemos construir con ellos esa ciudad, algo que no tiene casos parecidos. Esos espacios naturales, de producción y de ocio serán el pegamento del Área Metropolitana Central de Asturias (AMCA). Me refiero a los ámbitos no construidos entre las ciudades. Son suelos maltratados con cierta actividad que podrían ser económicamente rentables sin demasiada inversión. Y podríamos vivir en la mejor de las ciudades. Las tres patas son la cohesión social, el equilibrio territorial y la regeneración medioambiental, porque ahí, con la contaminación, tenemos un problema. Respecto a los territorios, se trata de que los trozos de esa gran ciudad no compitan entre sí. Eso supone que Oviedo no puede competir con el superpuerto de Gijón, que lo es de toda el AMCA, pero Gijón no puede discutir el papel de la capitalidad a Oviedo.

- ¿Qué papel juega Oviedo?

-Oviedo ha sido y es y debe ser la capital. Porque es en ese ámbito territorial donde las diferentes ciudades que cohabitan adquieren su significado, donde se sitúan sus señas de identidad a lo largo de la historia, y que se reflejan en las ciudades de la capital: la regia, eclesiástica, universitaria, industrial, administrativa, hospitalaria, residencial... y que se concretan espacialmente. Oviedo, pensémoslo, tiene unas señas de identidad históricas muy por encima de casi todas las ciudades españolas. Cuando Alfonso II se carteaba con Carlo Magno, Oviedo era la segunda ciudad de la Cristiandad más importante de Europa. De ahí que los urbanistas decimos que una ciudad, en general, no deja de ser un palimpsesto, pero en el caso de Oviedo es de una importancia capital y enriquecedora. Hay que poner en valor lo mejor de cada ciudad. Y, Oviedo, como capital, tiene que marcar la agenda de los debates urbanos, entre los que se encuentran la historia urbana, el patrimonio, el desarrollo local, los espacios libres, la desurbanización, el urbanismo de género y la participación ciudadana.

-¿Cómo se convence a la sociedad?

-Hay que tratar con ciudadanos, no con pueblos. Basarnos en las señas de identidad modernas y construir un proyecto de futuro. La sociedad no entiende de planes, pero la cuestión no es esa. Ramón Rañada y Emilio Rico ya tienen redactado el plan de los espacios libres del AMCA y siendo este el plan que lo abarcaría todo, se debería ir avanzando en paralelo con los tiempos políticos. Para algunos eso no es una ciudad. A mí me da igual llamarlo ciudad o llamarlo patata. La cuestión es: ¿Es beneficioso? ¿Está equilibrada, cohesionada y regenera el medio ambiente? Por otra parte, insisto, el hecho más importante de la ciudad región es que tenemos la mejor sanidad, la mejor educación y los mejores servicios de dependencia. Hay que construir sobre eso, no sobre el pasado.

-¿Cómo se incorpora esa visión al nuevo Plan General?

-Lo primero, no hay que confundir la villa con el concejo y sus núcleos dispersos. Segundo, hay que cohesionar cada parte de la ciudad y establecer, con el resto del concejo (y el AMCA y la región) y sus asentamientos, todas la relaciones en red que sean necesarias y posibles. Y, por supuesto, hay que centrarse en lo que es propiamente la capital: la ciudad de ciudades que hemos mencionado antes. Por ejemplo, nos cae mucho suelo rústico de otros concejos. Antes sólo se miraba al suelo urbano, pero esos suelos tienen un valor que se depreció pero conservan sus potencialidades, que son las del mundo agroalimentario de cercanía. Alguno pensará que es volver a la Edad Media, a la quintana, a la unidad de producción autónoma. No. Es darse cuenta de que lo agroalimentario tiene un valor añadido. Hay que recordar que se acabaron las grandes empresas como generadoras de empleos. Ensidesa o Hunosa son, hoy, imposibles. Así que tenemos que permitir determinadas actividades en determinados suelos. Eso es preservar, y no la idea de no tocar las cosas. Si nosotros nos mantenemos con buena salud es porque los médicos nos cuidan, interviniendo. Con el suelo hay que hacer lo mismo.

-¿Pierde importancia Oviedo con el área central?

-No. Se gana en colaboración administrativa, que es algo que tienen las economías más desarrolladas del mundo. Ese, por cierto, fue el gran éxito de Bilbao, que desde el minuto cero se pusieron de acuerdo el Ayuntamiento, la Diputación foral, el gobierno vasco y el estado central. Aquí, lo mismo. Aunque resulta muy difícil. Parece que es más sencillo que una administración se ponga de acuerdo con la iniciativa privada que las tres administraciones trabajen juntas. Sin colaboración política esto es imposible, Y el gobierno regional debe de dejar de ser una diputación que actúa subsidiariamente para los Ayuntamientos. Tiene que estar por encima de ellos y entrar directamente. El primero que lo ha pillado es el consejero Fernando Lastra. Ahora bien, si en vez de concentrarnos en las señas de identidad modernas de la ciudadanía nos enzarzamos en el debate del bable, estamos perdidos. Porque el área central, y lo dice FADE, es urgente. Si no la construimos en diez o quince años, estamos muertos. Ahí no se puede mantener un discurso dual. No vale decir que vas a construir la ciudad del futuro y a la vez las señas de identidad del pueblo. No se puede apoyar a la vez la cooficialidad y la gran ciudad región. Tampoco se puede construir el área central manteniendo todas las competencias a los ayuntamientos y los planes urbanísticos municipales. Eso está mal. El problema, en Asturias, es que llevamos sobreviviendo desde los años 60, pensando en mantener, conservar, mirando al pasado, en vez de avanzar y proyectar al futuro. Lo decía hace poco el exrector Juan Vázquez: "Nos ponemos de acuerdo para resistir y no para avanzar".

-Decir que los grandes proyectos pendientes de Oviedo (Cristo, La Vega, bulevar de Santullano) han de ser metropolitanos, parece ya una etiqueta vacía de tan manida. ¿Qué significa exactamente?

-Los denominados proyectos urbanos deben ser deslizantes (del principal se derivan otros) y que abarquen todas las áreas temáticas. Que al intervenir ahí gana toda el área central. El plan general puede ir en paralelo mientras esos proyectos avanzan. Disponer de doscientos y pico mil metros cuadrados públicos en el Cristo o los 120.000 de La Vega es algo casi inédito en España, dentro de la escala de Asturias. Otra cosa es disponer de medios. Hay que aproximarse más a los planes directores, que son los que tienen dinero, que los estratégicos, que son los que no lo tienen. Y dejar a las ciudades lo sustantivo de cada una de ellas, de forma que la administración regional nos quite de en medio otras cosas, como el suelo rural, tramitándolo ellos a través de otras figuras.

-¿Y qué es lo sustantivo de Oviedo?

-Oviedo tiene problemas de representatividad, de capitalidad, y no es muy consciente de lo que tiene entre las manos: un nuevo modelo de ciudad basado en la desurbanización de determinadas zonas de la ciudad. Dese cuenta que solucionar el Cristo, La Vega y Santullano es más importante que todo el Plan General. Como en su día lo más importante fue el HUCA, que es un equipamiento simbólico. Es algo de primera categoría, que no existe ni en Euskadi. Y es un polígono tecnológico en sí mismo, porque concentra al personal más cualificado que tenemos. Es un lujo. Oviedo no puede renunciar a sus señas de capitalidad ni a su memoria, porque lo de Alfonso II pesa mucho y no es ningún cuento chino. Además, nadie puede poner en entredicho las dotaciones y los servicios de capitalidad, aunque siempre se lo han disputado otros.

-¿Qué hacemos, por ejemplo, con la Universidad?

-Tomar posición política. O la potenciamos o la cerramos, pero no podemos tenerla ahí sin una financiación permanente, como si tuviese inundaciones. Y la Universidad ha de ser consciente de que es autónoma, pero no independiente, y por tanto debe dar respuesta a las demandas sociales.

-¿Qué más elementos dotan a Oviedo de capitalidad?

-El HUCA, las sedes administrativas, las del Estado y la comunidad autónoma. En Oviedo, ya lo dijimos antes, cohabitan muchas ciudades. E incluso las ciudades que ya han muerto hay que enterrarlas con dignidad. La idea de una ciudad unívoca es mentira. En Oviedo, esas ciudades distintas enriquecen. Por eso Oviedo es la ciudad más rica de toda Asturias de largo. La segunda sería Avilés.

-Más problemas, peatonalizaciones.

-Las comunicaciones son un principio básico de capitalidad. La capital tiene que ser accesible para los demás y dentro de sí misma. Oviedo tiene un cinturón virtual que no hay nadie que lo traspase, y la tendencia a la peatonalización está ahí. En un Plan General, claro, recoges tendencias. Aunque tengas que ir en contra de las opiniones mayoritarias.

-Pese a ser pioneros, parece que la peatonalización de la ciudad quedó congelada.

-Masip no se atrevió a dar el paso. Tenía que ser una decisión política, no hay estudios que avalen esto. Luego llegó Gabino de Lorenzo, se encontró los planes y el dinero, lo ejecutó, encontró un éxito y se fue retroalimentando. No sé si el PP sabía lo que iba a pasar, pero el PSOE dejó el dinero en el cajón para que lo gastara otro. Lo que está claro es que a veces hay que decidir y no te vale la participación. Hay gente que quiere convertir la política en matemáticas, pero no es eso. Por eso los griegos inventaron la política, porque tenían que decidir. Y hay cosas que no son democráticas. Como el lío del "Brexit". O cuando un cirujano entra en un quirófano a operar. Eso tampoco es democrático.

-¿Qué pasa con áreas como La Corredoria? Crecimiento demográfico pero falta de vida comercial.

-La mejor ciudad es donde se produce la promiscuidad de usos. Se trata de evitar la ciudad zonificada. Esa es la tendencia. No nos vale la ciudad administrativa que no vive, como pasa también en Montecerrao. Hay que intentar que las viviendas en planta baja y otros usos sean compatibles. Es lo mismo que pasa en el Antiguo. Se va expulsando a gente pero no hay esa posibilidad de mezclar usos. No hay que ser tan rígido. Tenemos que trabajar más sobre lo que hay que sobre lo que debería de haber. Hay que mirar lo mucho construido e introducir más usos.

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