La plaza Porlier y la contigua calle Eusebio González Abascal fueron ayer escenario de sendos repartos de castañas con morbo. La Sociedad Protectora de La Balesquida y la Cofradía de La Balesquida, dos colectivos enfrentados desde hace años, organizaron actividades prácticamente idénticas a escasos metros de distancia durante unas horas en las que no faltaron puyas entre algunos de los integrantes de ambas entidades.

La cofradía, creada en el siglo XIII, cumplió con la tradición de dar un cucurucho con el fruto seco asado a sus cerca de 1.800 cofrades a la salida de la capilla, donde tuvo lugar la misa de Nuestra Señora de la Esperanza. "Es una tradición de tiempos inmemoriales que siempre se celebra el domingo más cercano al 18 de diciembre", explica el cofrade José Luis Felgueroso para reivindicar la mayor solera del reparto, que tuvo lugar bajo una jaima colocada justo al lado del edificio religioso, en la calle Eusebio González Abascal.

Muy cerca, concretamente en la plaza Porlier, una gran carpa blanca acogía el amagüestu de la Sociedad Protectora. El colectivo creado en 1930 para contribuir a la viabilidad de la cofradía con la que actualmente ha roto relaciones, recuperó en 1989 una tradición que, a diferencia de la cofradía, incluye la preparación in situ de las castañas.

José Ramón Cuervo, de Candamo, fue el encargado de dirigir la preparación de 800 kilos de castañas y 700 litros de sidra dulce repartidos entre los 4.000 socios que integran la sociedad protectora. "La costumbre se mantiene, pero sí es cierto que esta vez tenemos menos kilos que en años anteriores", apuntó el magostador mientras personal de la entidad despachaba largas colas de socios ansiosos por degustar las castañas asadas.

Pese a las piquillas, la sangre no llegó al río y la mañana se desarrolló con total normalidad con cientos de personas probando en medio de la calle el fruto del morbo. "Pruébalas que estas saben mucho mejor que las que están dando los otros", bromeaban miembros de los dos bandos enfrentados cuyo desencuentro desembocó en los tribunales, llegando a fallar el tribunal Supremo que la Sociedad Protectora no tenía derecho a utilizar la denominación "La Balesquida".