El ser humano ha intentado siempre controlar los elementos, el fuego, el agua, la luz, y lo ha hecho a través de la ingeniería y la ciencia. Ése es el punto de partida del físico Pablo Alonso (Grado, 1980), investigador de la Universidad de Oviedo, que trabaja en lograr comprimir la luz y aunar su potencial con el del grafeno. Lo hace hasta el punto de afirmar que en un futuro los ordenadores podrían funcionar con luz y no con energía.
Alonso pronunció ayer en Oviedo la conferencia "Domesticando la luz", en la que fue trazando la historia del control de la luz por parte de los investigadores. "Primero se hizo a través de la óptica, con lentes, gafas y telescopios", apuntó, "pero ahora se ha llegado al momento de utilizar materiales como el grafeno", un material que define gráficamente: "Si el grafito de los lápices es un paquete de folios, el grafeno es uno de esos folios". Con este material, que tiene unas propiedades muy especiales, "se puede reducir el tamaño de la luz a escalas muy pequeñas", asegura. Y a partir de ahí es donde "uno podría pensar que en el futuro los ordenadores, que hoy se basan en la electrónica, podrían basarse en la luz" y eso permitiría "que fuesen más rápidos y no se calentasen tanto".
Todo sigue la misma senda, la de domesticar los elementos, la de manejar la luz. Pablo Alonso lo hace en su equipo de investigación de nanotecnología de la Universidad de Oviedo. "Tenemos que lograr que la luz sea más pequeña y en ello estamos trabajando en laboratorios de todo el mundo", insistió en su ponencia en el Espacio Circus de Ontier.
Ese trabajo del equipo liderado por Pablo Alonso obtuvo un importante reconocimiento el pasado mes de octubre. Descubrieron luz en escala nanométrica (nanoluz) que se propaga únicamente en determinadas direcciones en el trióxido de molibdeno, un material bidimensional natural de la familia del grafito, y la investigación fue publicada en la prestigiosa revista "Nature".
