"El uso de virus para matar bacterias es una alternativa muy prometedora al uso de antibióticos, que generan cada vez más resistencias". Así lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA la bióloga Pilar García, investigadora del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, IPLA, que impartió una conferencia sobre los bacteriófagos, la base de la terapia fágica.

Esos bacteriófagos son virus capaces de eliminar bacterias con diversos fines que, según Pilar García, representan una alternativa a los "cada vez menos funcionales antibióticos, cada vez menos eficaces".

La terapia fágica fue descubierta casi por casualidad por un médico militar británico que estudiaba la vacuna de la viruela y se dio cuenta de que había zonas de las placas que analizaba en las que las bacterias se habían muerto. La técnica se empezó a utilizar en la antigua URSS, y sus posibilidades son bastante amplias en agricultura, ganadería, sanidad, industria y farmacia. "No todas las bacterias son malas, muchas reportan efectos beneficiosos; lo mismo pasa con los virus, que también pueden utilizarse en beneficio del ser humano", indicó García, que fue presentada por Ángeles Borrego, delegada institucional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Asturias.

"El consumo de antibióticos va camino de superar las 100.000 toneladas anuales en el mundo y la resistencia a ellos hay que enfocarla de una manera global; no podemos centrarnos sólo en el entorno de la salud humana, ya que también afecta a la ganadería y al medio ambiente", señaló la científica.

Pilar García, que ayer clausuró el ciclo de Charlas de Otoño del CSIC, que ha acogido el Club Prensa Asturiana desde octubre, reconoció que la industria farmacéutica cada vez investiga menos en el desarrollo de antibióticos y se centra en medicamentos para enfermedades crónicas, que resultan más rentables. En 2015 la Organización Mundial de la Salud propuso un plan global para controlar la resistencia de los antibióticos en el mundo.