"La historia rural de Asturias aún está por escribir y por contar; existe un gran desconocimiento acerca de todo lo que ha aportado la vida de los pueblos". Así lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Juaco López Álvarez, director del Muséu del Pueblu d'Asturies, que presentó, junto con el antropólogo Adolfo García, el libro "La sociedad campesina en el occidente de Asturias 1950-1975", de Julio Antonio Fernández Lamuño.

"Gracias a la obra de Lamuño, ese mundo aldeano al que tanto se le ha despreciado puede conocerse un poco mejor, sobre todo en unos años que fueron de importantes cambios y transformaciones", señaló López.

El director del Muséu del Pueblu d'Asturies alabó la trayectoria de Lamuño, que llegó en 1949 a Tineo para dirigir la reapertura de la Granja, desde la que impulsó numerosas innovaciones. "Lamuño conoció muy bien a los aldeanos y valoró sus opiniones, algo que no era frecuente entre los funcionarios en aquella época", señaló López.

Uno de los grandes problemas de aquellos momentos era cómo hacer llegar a los campesinos las innovaciones agrícolas. Lamuño encontró en Tineo a personas con ganas de modernizar las cosas y se dio cuenta de que muchos de los tópicos sobre el campesinado cerrado a los cambios no eran ciertos.

El libro, editado por el Muséu del Pueblu d'Asturies y la editorial KRK, reproduce imágenes del archivo fotográfico del autor, con más de 3.000 instantáneas. Muchos de los trabajos campesinos que aparecen fotografiados han desaparecido, como la labor de cortar rozu, monte bajo que se cortaba para cama del ganado en las cuadras y para hacer el cucho, tal como explicó Adolfo García. "Lamuño tenía las tres patas: la del investigador, la del técnico y la del nativo; fue y es un ejemplo para lo que tendrían que ser los funcionarios de todas las administraciones", indicó García. Julio Antonio Fernández Lamuño (Luarca, 1920) dirigió la Granja Agrícola de Tineo desde 1949 hasta su cierre en 1975. Su método consistió en el trabajo directo con los campesinos: pisar y examinar todos los pueblos de la zona, uno por uno, y ponerse en contacto directo con las personas y sus problemas. Su objetivo fue mejorar el nivel de vida de los campesinos mediante actuaciones como ampliar el terrazgo e introducir maquinaria, semillas y razas más productivas.