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MARIÁN GONZÁLEZ RÚA | Decana de la Facultad de Turismo de Oviedo, doctora en Filología

"Soy una apasionada de la enseñanza, me siento muy feliz en el aula"

"Me encanta bailar, de pequeña lo hice en el grupo 'Principado' de Lugones y ahora tomo clases de flamenco y de sevillanas"

Marián González Rúa. CAROLINA DÍAZ

Marián González Rúa, decana de la Facultad de Turismo de Oviedo, es doctora en Filología y desde muy joven tuvo claro que su camino era la docencia. Nació en Oviedo el 29 de diciembre de 1973, donde sus padres regentaban una conocida librería en la calle Foncalada. Aunque vivió hasta los diecinueve años en Lugones, se siente profundamente ovetense, ligada a la ciudad y comprometida con su desarrollo.

Los primeros años. "Nací en Oviedo, en la antigua Maternidad del Hospital Central y me crié entre Lugones y Teverga, de donde es parte de mi familia. Vivimos en Lugones hasta que tuve 19 años. Como mi madre siempre trabajó estuve mucho con mis abuelos. Mis padres tenían negocios y pasaban mucho tiempo fuera de casa. Me iba a buscar al colegio mi abuelo. Entonces echaba de menos a mis padres, pero ahora considero un privilegio tenerle tan cerca a él y a mi abuela Marina, que cumplirá cien años en febrero. Recuerdo los bocadillos de mortadela que me hacía. También bailé en el grupo 'Principado' de Lugones. Me gusta mucho bailar. De hecho, todas las semanas doy clases de flamenco y sevillanas. Mi abuelo era sastre en Teverga y es curioso porque mi hija pequeña, de catorce años es muy aficionada a la costura y acaba de empezar a tomar clases de patronaje".

La importancia de la familia. "Tengo una familia pequeña pero unida. Mi padre es hijo único y estoy casada con un hijo único. También estoy muy vinculada a mi hermana a la que llevo nueve años. Se llama Blanca, como mi otra abuela y a veces aún me protesta porque intento hacer de madre con ella. De hecho, cuando tuve a mi primera hija no sentí que estuviese asumiendo un papel desconocido. Es como si de alguna manera siempre hubiese protegido a mi hermana de forma maternal. Mi madre es otro de los grandes pilares de mi vida. Tanto ella como mi padre me han dejado un ejemplo de esfuerzo y de trabajo, algo que considero muy importante. Me casé con 22 años, con la carrera sin acabar. Fue una decisión de la que no me arrepiento. Tuve a Elena, mi hija mayor, con 26 años, y a Marina, la segunda, con 30. Elena estudia segundo de ADE y Derecho y Marina está en tercero de la ESO. Llevo 22 años casada y siempre presumo de ser la única que tiene un marido Perfecto, que así se llama él".

Una intensa vida académica y laboral. "Hice el doctorado a la vez que daba clases en Aceralia. Soy una apasionada de la enseñanza; soy muy feliz en el aula. Cuando acabé la carrera me di cuenta de que el doctorado era la mejor vía para introducirme en la docencia. No tengo un curriculum muy brillante, en notas, pero sí lo he tenido en actitud. Una de mis máximas es algo que siempre escuché en casa: 'mejor no preguntarle al cuerpo si está cansado'. La tesis, en la que obtuve cum laude, fue sobre literatura africana en lengua inglesa, centrada en la figura del premio Nobel nigeriano Wole Soyinka, el primer africano en conseguir el Nobel de Literatura, en 1986. La tengo firmada por él. La tesis me trajo a la Facultad de Turismo y al departamento de idiomas. En 2005 empecé a dar clases en Turismo. Llegué casualmente, por ser doctora. Empecé con una baja de cuatro horas y busqué el modo de hacerme necesaria. Luego dirigí el departamento de idiomas, marketing y comunicación. Desde septiembre del año pasado soy decana".

La compleja enseñanza de los idiomas. "Pensamos que ahora los alumnos salen mejor preparados en idiomas y creo que en realidad no lo estamos haciendo bien. En mi caso pienso que mis profesores han hecho un milagro conmigo. Ahora cada vez hay más diferencia entre centros. En idiomas hay que trabajar la actitud y la inteligencia emocional, como en casi todo. También nos hace falta mirar un poco a los métodos tradicionales".

El necesario grado de Gastronomía. "Tenemos que darle una vuelta al turismo en esta región. Necesitamos soluciones. Dentro de esos cambios me parece fundamental contar con un grado de gastronomía. La comida es uno de los principales motivos por los que el viajero visita Asturias. Se nota la falta de profesionales y ahora quien quiere formarse debe irse fuera. En la facultad tenemos creado el Grado de Ciencias de la Gastronomía, con el total respaldo de la Universidad y de su rector, Santiago García Granda. Ahora tiene que ir al Consejo Social del Principado. El consejero de Educación argumenta que tiene un coste alto para los alumnos, pero nuestra Facultad lleva 50 años siendo un centro adscrito a la Universidad. A mí me parece muy bien velar por la enseñanza pública, pro el caso es que quien quiere estudiar ahora tiene que marcharse".

Metas amplias . "En la vida las metas nunca pueden ser pequeñas. Se las tiene que poner uno. Nunca hay que dejar de caminar. Conservo mis amistades de siempre y no soy creyente, pero tengo muy presentes a mis antepasados".

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