"El general Franco fue muy político y su retrato más ponderado combina varios ingredientes: ni fue el preclaro estadista que unos ensalzan, ni la nulidad humana de la que otros hablan". Lo dijo ayer en un abarrotado Club Prensa Asturiana el ovetense Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura, autor del libro "Franco, anatomía de un dictador". Escrito inicialmente para el público anglosajón, lo presentó en un acto organizado por Tribuna Ciudadana en colaboración con la librería Cervantes.

Moradiellos dejó constancia a lo largo de toda su intervención de la importancia de abordar la figura del dictador español, el que más años estuvo en el poder en la historia de Europa, desde un punto de vista historiográfico, sin caer en otro tipo de juicios. Aludió a otra conferencia impartida en el Club hace veinte años, también sobre Franco y Gran Bretaña durante la Guerra Civil, con la presencia de Gustavo Bueno, José María Laso, Juan Benito Argüelles y su viuda, Lola Lucio, la única viva entre todos ellos, que ayer se emocionó al escuchar la mención de Moradiellos.

El historiador asturiano realiza en su libro un estudio que trata de ofrecer una disección sobre el general que fue capaz de sustentar institucionalmente la dictadura, en calidad de caudillo de España "por la gracia de Dios y de la victoria". Moradiellos llamó la atención sobre las dos visiones acerca del militar que conviven hasta hoy. Por un lado, una imagen muy positiva que atribuye a Franco el papel de salvador de la unidad nacional y por otro, el juicio más negativo, que ve en Franco a un militar perjuro que acabó siendo un dictador cruel.

"La población más joven combina un claro olvido indiferente del personaje con un rechazo instintivo por su incompatibilidad con la democracia", resaltó, para concluir que el retrato más ponderado es el que combina todos los ingredientes. Moradiellos aseguró que Franco "fue sobre todo un militar competente, hábil e inteligente, que ordenó siempre su vida pública de acuerdo con una idea ultranacionalista de España". El profesor asturiano resaltó como aspecto fundamental para entender a Franco la forja de su carrera en las duras campañas de la cruenta guerra de Marruecos, donde asumió los dos pilares de su cosmovisión: un exaltado nacionalismo español que identificaba nación y religión católica y una concepción militarista de la vida política que hacía del Ejército una especie de guardián de la nación.

Moradiellos puso como ejemplo de la inteligencia estratégica de Franco su capacidad para imponerse al resto de los militares sublevados contra el Gobierno del Frente Popular y el hecho de que en dos meses y medio se alzase con el liderazgo de la junta de comandantes. "Se consagró como caudillo de la victoria y en 1936 ya se hablaba de él como dictador supremo de España; era un dictador y no lo negaba".

"El régimen siempre fue una dictadura militar en sus orígenes, pero Franco le sumó dos fuentes más de legitimidad, que fueron la Iglesia católica y la Falange", añadió el historiador, que también atribuyó al general haber promovido un régimen "sumamente represivo y vengativo".

"Es necesario tratarlo como hicieron otras sociedades con sus dictadores. No puede ser anulado ni se puede actuar como si no hubiese existido. A los fantasmas del pasado hay que conjurarlos y exorcizarlos", recomendó Moradiellos. El profesor mostró su preocupación por los vientos que recorren Europa y España, con el resurgimiento de ideologías extremistas. "Esto que estamos viviendo tiene algo de 'déjà vu'. Europa se está convirtiendo en un laboratorio político, creemos que se puede jugar con fuego porque se ha olvidado que el fuego quema", recalcó.

"Si quiebra la Unión Europea volvemos a 1914, a las soberanías nacionales, a reclamar territorios y a invadir fronteras. Los que se reían de Hitler en el 27 lo pagaron muy caro", advirtió.