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Ella siempre fue "la jefa"

La profesora se ganó el respeto y el cariño de sus compañeros y dejó un buen recuerdo en sus alumnos pese a su alta exigencia

Jovita Bobes. LNE

La llamaban "la jefa" y ella se quejaba, pero lo era. Jovita Bobes era la jefa del departamento de Lengua y Literatura del Instituto Aramo a finales de los años 80, un instituto que hacía poco que había dejado de ser "el femenino" para convertirse en mixto, pero también un centro de referencia por la calidad de su enseñanza.

Ella no quería que la llamasen así, pero nadie tenía ninguna duda de que quien mandaba allí era Jovita, y todos lo aceptaban porque debía ser así, porque tenía unos conocimientos enciclopédicos tanto de lengua como de literatura y porque era una trabajadora incansable. No faltaba ni a una clase, algo que los alumnos le hubiesen agradecido para darse un respiro. Jovita Bobes hubiese encajado perfectamente en el departamento de Matemáticas, que, por cierto, estaba pegado en el pasillo inferior del Aramo, camino a la casina de Avelina. Jovita Bobes, por empeño, por actitud y por conocimiento, podría haber formado parte de aquella delantera mítica que "sufrieron" varias generaciones de ovetenses y que estaba encabezada por Arís Somoano y Carmen del Río.

Jovita Bobes dedicó su vida al estudio y a la enseñanza. Y por eso se ganó el respeto no sólo de sus compañeros sino también de sus alumnos; los primeros la consideraban exigente, para los segundos era una profesora dura. Aun así los alumnos recuerdan esa exigencia con cariño, pero también la sencillez en plantear las cosas, ir al grano del lenguaje. Pese a que los chavales estaban ya el instituto, en aquella enseñanza para adolescentes anterior a la ESO que aún mantenía la separación entre las asignaturas de Lengua y Literatura, Jovita Bobes sabía que había que reforzar los cimientos y que nada se levantaría si no era sobre sólidos pilares, así su insistencia en la simplicidad de que "entre sujeto y verbo nunca hay una coma", su insistencia en la pureza de la sintaxis y en la necesidad de la buena ortografía.

Jovita Bobes estaba volcada en la enseñanza, pero también en el estudio. Sabía que para enseñar primero había que adquirir conocimientos y así lo hizo hasta el último día. No sólo acudía a clase con pasión sino que desarrolló un intenso trabajo de investigación. En este aspecto fue más que importante la colaboración con su hermana, la catedrática de la Universidad de Oviedo Carmen Bobes. Jovita era historia del Aramo, de aquellos años en los que la educación no era Secundaria y en los que los alumnos respetaban a los profesores.

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