José Luis González Miranda, natural de Blimea, estudió Medicina en Oviedo y de aquí se fue a Barcelona a hacer un curso de Medicina Tropical que le llevó a Honduras, donde conoció la labor de los padres Jesuitas. Tras un tiempo de colaboración acabó integrándose en la Compañía de Jesús y ahora coordina toda la red jesuita que trabaja con migrantes en Guatemala. Colegios, parroquias, albergues y centros de derechos humanos para migrantes y refugiados.
- ¿Qué diferencia a un migrante de un refugiado?
-La palabra clave es huir, salvar la vida. El migrante va a mejorar su vida económicamente y puede regresar a su país cuando quiera, el refugiado no puede volver porque lo matan. En la Convención de Ginebra, tras la Segunda Guerra Mundial, se contempla que se debe estudiar siempre el caso de un refugiado que huye de la muerte. El migrante puede ser deportado a su país, pero el refugiado no porque hay certeza de que le pueden matar.
- ¿Es lo que ocurre en Centroamérica con las migraciones a Estados Unidos?
-Gran parte de la población que iba de Centroamérica a México o Estados Unidos pensaban que eran migrantes, pero en realidad son refugiados que huyen de la violencia generalizada que hay en Honduras, El Salvador y Guatemala. No es la violencia de Estado que contemplaba la Convención de Ginebra, pero la condición de refugiado se modificó posteriormente en el Encuentro de Cartagena de Indias para incluir a los que huían del crimen organizado.
- Usted trabaja con las caravanas de migrantes que intentan llegar a Estados Unidos.
-Estas caravanas, surgidas de manera espontánea, nos plantean otra forma de trabajar. No podemos mantener la estrategia clásica de un albergue con cincuenta camas porque llegan 3.000 personas. Ahora hay que involucrar a municipios, colegios, parroquias. Las caravanas han venido para quedarse porque han conseguido hacer sujetos a migrantes que antes eran invisibles y que eran extorsionados y masacrados. Hay muchos grupos criminales que hacen de los migrantes una mercancía.
- Pero esas caravanas al final se encontrarán con Donald Trump.
-Se encuentran con el muro de Trump. Después de recorrer 4.500 kilómetros desde Honduras hasta Tijuana, en México, se encuentran con el muro.
- ¿Y merece la pena el camino?
-Sí. Al menos han recorrido ese camino sin ser extorsionados y sin que violen a las mujeres. Han logrado llegar a Tijuana en unas condiciones más favorables de lo que lo hacían antes y han despertado la solidaridad de la gente. Además se pueden quedar en México indocumentados. Quedarse en México en una situación social y laboral donde no se respetan sus derechos humanos no es lo ideal, pero al menos no los matan si los deportan a su país. Hay casos de migrantes deportados que a los dos o tres días de regresar les han matado.
- Trump, Bolsonaro...
-El "trumpismo" se está generalizando. Trump favorece las armas. La Asociación Nacional del Rifle financió su campaña, y él se sigue negando a controlar el tráfico y la venta de armas porque le sustenta en el Gobierno. Esas armas llegan todos los años por cientos de miles a Centroamérica y son las causas de la violencia que luego genera las migraciones. Trump dice que no quiere saber nada de Centroamérica, pero entonces que no envíe armas o que controle la demanda de droga que hay en su país, porque ésas son las causas de la existencia del crimen organizado en Centroamérica.
- Habla de las migraciones en Centroamérica, en Europa estamos igual.
-Hay paralelismo entre Europa y América. Uno de ellos es la externalización de fronteras. México hace el mismo papel para Estados Unidos que Marruecos y Libia para Europa. Las mismas políticas que se hacen en Europa con el norte de África se hacen con México y con Guatemala.
- ¿Además de la violencia de Estado y el crimen organizado, cuáles son las causas de las migraciones?
-Las migraciones están en el origen de la humanidad y se han exacerbado con el capitalismo, que necesita migrantes. Pero los migrantes que necesita deben ser indocumentados, que no puedan reclamar sus derechos o sindicalizarse, que tengan miedo a ser expulsados del país, y eso hace efecto en la clase obrera de los países, que después de muchas décadas de lucha habían logrado un Estado del bienestar que se ahora pierden. Se deteriora la clase obrera. Por eso vemos que hay mucho obrero entre los votantes de ultraderecha, como pasó con Hitler, al que votaron muchos obreros.
- ¿Son comparables Trump y Bolsonaro con Hitler?
-No es políticamente correcto decirlo, pero tienen muchas similitudes, el racismo y la xenofobia, que están en la base de los nacionalismos. Cuando Trump construyó sus torres en Nueva York contrató a muchos migrantes para trabajar y una vez inauguradas prohibió que se alquilasen casas y oficinas a negros y latinos.
