La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El pulso de la ciudad

El milagro autosuficiente de Valentín Masip

La apuesta por el comercio cercano y de calidad y el respaldo de los vecinos a los empresarios convierten esta calle en la Uría de la zona oeste

Cristian Martín y Antonio Sierra. A la derecha, Cristina Álvarez, Susana Alba y Vicente Vilorio. IRMA COLLÍN

Una persona podría llevar una vida absolutamente completa desde la infancia hasta la muerte sin salir de la calle Valentín Masip. Podría bautizarse, si es el caso, y celebrar su funeral, si así lo quiere, en la misma calle, en la iglesia de San Pablo. Por medio podría ir al colegio Nazaret, trabajar en cualquiera de los negocios de la calle y no salir de su calle para nada.

Lo apunta José Antonio Duruelo, que llegó hace 46 años de Madrid para asentarse al inicio de la calle, en las casas de Hacienda que hacen esquina con la avenida de Galicia. "Tenemos colegio, todo tipo de comercios, tuvimos los cines Clarín, sucursales de todos los bancos y hasta iglesia", resume. Cuando él llegó lo hizo a un territorio fronterizo, allí se terminaba Oviedo y comenzaban los húmedos prados y huertas de La Ería. Ahora vive en el centro de la ciudad. "Es una calle muy viva y muy vivida", explica, y añade una peculiaridad, "aquí vive gente con mucho poder adquisitivo y gente muy humilde, algo que no ocurre en otras zonas de Oviedo, donde las clases sociales están más definidas".

Ese comercio del que habla Duruelo lleva años asentado en la calle. Un ejemplo es la librería Aldebarán, que abrió Francisca Laguna en 1982 y que ahora regenta su hija Patricia Hevia. Ayer era día de últimas compras de Reyes y los clientes no dejaban de entrar. Es la constatación de que esta calle no ha vivido el declive del pequeño comercio que se ha llevado por delante decenas de negocios en otras zonas de la ciudad. "Hay clientela, principalmente gente del barrio, pero también requiere mucho esfuerzo y trabajo", explica Hevia, a la que la cercanía de los colegios de La Ería y Nazaret le echa un cable a principios de curso. Tanto ella como otros negocios de la zona "jugamos con los horarios" para así poder ampliar los tiempos de venta.

Pese a que en Valentín Masip es difícil ver un cartel de "se alquila" en un bajo comercial durante una semana seguida, Hevia considera que los alquileres "están subiendo demasiado". Ella intentó cambiar de local en la misma calle, "pero me resultó imposible, me pedían un precio muy alto para lo que da una librería".

Hevia es de las veteranas de una calle que ha visto cómo poco a poco se han ido instalando comercios especializados. Cristian Martín y Antonio Sierra abrieron hace tres años la tienda Granel. Producto de calidad y venta al detalle, desde pastas a infusiones pasando por frutos secos y arroces, todo en mil variedades. Tenían claro que querían montar una tienda de venta a granel y decidieron hacerlo en medio de Valentín Masip "porque sabíamos que iba a funcionar". Han encajado en el barrio hasta tal punto que "son las señoras de toda la vida las que muchas veces nos dicen el tiempo de cocción de alguno de nuestros productos o nos traen recetas", explican. En su local se montan de manera espontánea tertulias gastronómicas. Todos se conocen. Pero este tipo de comercio no sobrevive sólo con las compras de los vecinos. Al ser tan especializado les llega clientela de todo Oviedo y de otras ciudades de Asturias que busca un producto concreto. Su apuesta ha encajado perfectamente entre todo tipo de oferta, desde carnicerías hasta pescaderías pasando por pequeños supermercados con amplios horarios. En los alrededores se han instalado también grandes cadenas de supermercados.

Recorrer la calle es encontrar todo tipo de oferta tanto comercial como de ocio. Hay restaurantes, sidrerías, un estanco que lleva décadas, zapaterías veteranas, panaderías con horno propio -que ayer estaban desbordadas vendiendo roscones de Reyes-, joyerías, varias ópticas, agencias de viajes, perfumerías... Por haber, hay hasta talleres de coches. "No necesitas salir del barrio para nada", resume Cristian Martín.

Aquella calle que estaba prácticamente aislada del centro de Oviedo, que era el camino hacia ninguna parte, ha sobrevivido a la crisis de la última década. Uno de los secretos es que además de infinidad de locales comerciales hay mucha vivienda y vecinos de toda la vida.

Un milagro de autosuficiencia que ha logrado mantenerse gracias a la convicción de los vecinos de que éste es uno de los mejores lugares para vivir, en el centro pero un poco alejado del meollo, y porque son ellos los que mantienen el comercio convencidos de que la calidad y el trato que ofrecen los comerciantes de su calle no se encuentran en las grandes cadenas o en los centros comerciales.

Compartir el artículo

stats