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El adiós a un referente y pionero de la gastronomía asturiana

Casa Conrado, el lugar elegido por los elegidos

Reyes, presidentes de Gobierno, actores, artistas y políticos se sentaron a la mesa del restaurante que lideraba un hostelero de época, fallecido hace dos días

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Las imágenes históricas de Casa Conrado

Los dos últimos reyes de España se sentaron, y más de una vez, a la mesa de Marcelo Conrado Antón en su restaurante de la calle Argüelles. Allí han comido o cenado en más de una ocasión Juan Carlos I y Felipe VI, este último siendo aún Príncipe de Asturias. No es la medida de la clientela ni el nivel de los comensales, pero sí la cota alcanzada en ese templo de la gastronomía asturiana y el buen hacer en la sala que ha perdido a uno de sus referentes, a Marcelo Conrado, fallecido hace dos días a los 73 años.

Una de las virtudes de la casa era la discreción. Comensales, responsables y trabajadores del restaurante tenían por máxima que lo que pasaba en Conrado, especialmente en su reservado, se quedaba allí. En esas mesas se han firmado importantes acuerdos comerciales y se han sellado grandes amistades. Ha habido miles de anécdotas, pero muy pocas se cuentan. Lo sabe bien Pelayo Lastra, que lleva trabajando allí más de cuarenta años y que "no recuerda" nada especial.

Una anécdota muy señalada, de las que sí se han contado, es la de Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón, quien fuera presidente de México entre 2006 y 2012. La pareja cenó en Conrado y a la hora de pagar la mujer dejó una propina tan suculenta como la comida, nada menos que 300 dólares. Se da además la circunstancia de que el antecesor de Calderón en el cargo, Vicente Fox, también comió en Casa Conrado.

Y hablando de presidentes. Desde los inicios de la democracia los presidentes del Gobierno de España también han elegido el restaurante de la calle Argüelles para comer. "Han venido todos", señala Pelayo Lastra y enumera los nombres de Adolfo Suárez, Calvo-Sotelo, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Del ámbito de la política asturiana, la nómina de clientes es tan larga como imposible de recordar. Como ejemplo, hay quien dice haber entrado en Conrado y encontrado, en distintas mesas, a Vicente Álvarez Areces, siendo presidente del Principado, y a Gabino de Lorenzo, entonces alcalde de Oviedo.

De Lorenzo fue el introductor de muchos clientes en Conrado, entre ellos su gran amigo el actor Arturo Fernández. La cercanía de los teatros Campoamor y Filarmónica llevaban hasta esas mesas a buena parte de los artistas que pasaron por las temporadas de teatro y de ópera de Oviedo. Nombres como Concha Velasco, Lina Morgan, Josep Carreras, Plácido Domingo y Montserrat Caballé fueron clientes de Marcelo Conrado Antón, entre muchos otros.

Tal es la lista que en la casa familiar se guardan como oro en paño nada menos que ocho libros de firmas y dedicatorias de los ilustres clientes. Con el cierre del restaurante, en marzo de 2017, y la reforma y reapertura el pasado mes de octubre, la decoración de Casa Conrado cambió completamente y los recuerdos están ahora en casa de Javier Antón. Allí se acumulan fotos y esa colección de libros de firmas que es como una enciclopedia de personajes ilustres de las últimas cuatro décadas. Conrado es eso, historia de Oviedo porque por allí pasó todo el mundo. Entre esas firmas hay personas tan dispares como el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, que se dedicó a repartir insignias del club, y el cineasta neoyorquino y premio "Príncipe de Asturias" de las Artes Woody Allen.

Conrado fue durante muchos años un restaurante de postín. Lo recuerda el pintor Manolo Linares, gran amigo de la familia e impulsor de numerosas actividades culturales. Linares recuerda cómo llevó en coche a la periodista María Escario hasta el restaurante pare participar en la presentación de las jornadas gastronómicas de Tineo, "que fueron las primeras jornadas gastronómicas de Asturias", apunta Linares.

Pero Conrado no era sólo un lugar para comer, sino que fue un centro neurálgico de la actividad cultural ovetense. El lingüista Emilio Alarcos y su esposa, Josefina Martínez, comieron a diario en Conrado durante más de treinta años. El profesor mantuvo tertulia en el restaurante durante buena parte de su actividad universitaria.

Era un lugar para alimentar el cuerpo, pero también para engrandecer el espíritu.

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