"Era el señor de la hostelería asturiana", así resumió ayer José Luis Álvarez Almeida, presidente de la patronal de hostelería de Asturias, a Marcelo Conrado Antón. Almeida dejaba de este modo claro el sentir de los cientos de personas que acudieron ayer al funeral del que fuera propietario de Casa Conrado y La Goleta. Todos querían acompañar a la familia, a su viuda, Adelaida Riestra, y a sus hijos, Javier y Laura.

Otro detalle que definía lo que Marcelo Conrado había conseguido en su local y el cariño que ha dejado entre clientes y amigos. El exalcalde socialista de Oviedo Antonio Masip acudió al funeral en silla de ruedas, por lo que no pudo acercarse a la mesa de firmas, colocada en la parte alta de una de las escaleras de acceso al templo. El que fuera diputado del PP Isidro Fernández Rozada no dudó en coger con la mano la carpeta de firmas para llevársela a Masip y que así pudiese dejar su rúbrica de condolencia.

El psicoesteta Ramiro Fernández elevó a la categoría de rey mago a su gran amigo Marcelo Conrado. "Compartimos cabalgata, él era el ayudante de Melchor y yo, el de Gaspar". Según Fernández, "nos ha dejado el número uno en las relaciones públicas, tanto humanas como profesionales". "Un referente", fue la palabra más escuchada ayer en los corrillos de la iglesia de San Juan. La utilizó quien fuera un gran cliente y amigo del hostelero, el exalcalde de Oviedo Gabino de Lorenzo, que calificó al fallecido como "el gran referente de la hostelería de Asturias y de España. Un gran amigo desde que estaba en el Autobar".

El flamante candidato del PP a la Alcaldía de Oviedo y presidente del Centro Asturiano, Alfredo Canteli, también utilizó la misma palabra, "Oviedo pierde a una referencia", dijo al hablar de "un gran amigo hostelero al que quise mucho". Canteli llegó a San Juan acompañado de la también recién nombrada candidata popular a la Presidencia del Principado, Teresa Mallada, que veía a Marcelo Conrado como "una persona muy representativa de la sociedad ovetense y que ahora es un ejemplo a seguir en su iniciativa y empeño empresarial".

Por ese camino transitó la homilía del párroco de San Juan, Javier Suárez, que detalló que el fallecido había sido "uno de los empresarios más destacados y vanguardistas de la hostelería asturiana y uno de los protagonistas de la gran evolución del sector en los años 70 y 80". Suárez pidió a los presentes que se solidarizasen con la familia después de que el esposo y padre que despedían hubiese "contribuido con su sencillez y trabajo anónimo al bienestar no sólo de su familia, sino de todo Oviedo", una ciudad que gracias a Marcelo Antón y a sus compañeros de generación "se convirtió en referente gastronómico, cultural y turístico de toda España".

El párroco lamentó lo mismo que todos los que querían al empresario, "su sorpresiva muerte después de haber superado hace un tiempo un aneurisma", y todo ello pese a dedicarse "a una profesión tan dura como la hostelería".

Fueron muchos los amigos que quisieron dar el último adiós al propietario de Casa Conrado. Muchos clientes que con el paso de los años lo consideraban casi de la familia, como la profesora Josefina Martínez, viuda del lingüista Emilio Alarcos, que durante años mantuvo una tertulia en una de las mesas del local.

Luis Alberto Martínez, Nacho Manzano, Fernando Lorenzo, el del Paraguas, y otros compañeros de profesión quisieron sumarse a la despedida, al igual que lo hicieron cientos de personas anónimas que asistieron al funeral.

Oviedo despidió así a una de sus personas más queridas, al hombre que, como recordó Almeida, "si no estaba en su restaurante cuando acudías a comer, te llamaba por teléfono para ver si todo estaba bien". Un señor de la hostelería.