La muerte de Jennifer Montes a los 34 años por una mala combustión de la caldera de su vivienda supone el enésimo aviso sobre la necesidad de extremar todas las precauciones a la hora de evitar las muertes por asfixia. Expertos consultados por este periódico temen que la antigüedad del servicio de calefacción de la vivienda, unido a posibles deficiencias en el mantenimiento pudieran estar detrás del suceso que ha conmocionado a Oviedo.
Los técnicos lanzan varias recomendaciones indispensables para prevenir este tipo de desgracias. Destacan la cada vez más habitual costumbre de instalar detectores de monóxido de carbono en las viviendas, aunque también ponen el acento en la necesidad de realizar revisiones con una periodicidad cuanto menos anual.
Aunque la ley obliga a hacer revisiones cada dos años, los especialistas consideran que lo más seguro es recurrir a consejos profesionales anualmente. Aseguran que estos exámenes son vitales para detectar la acumulación de hollín en la caldera y proceder a limpiezas preventivas frente a las malas combustiones.
También ven indispensable contar con buenas ventilaciones. En ocasiones las viviendas antiguas carecen de este tipo de salidas de aire, pero otras veces son mal utilizadas por los inquilinos. "La gente tapa las ventilaciones para que la casa no pierda calor, pero eso es un grave error", sostiene un técnico especialista de una de las marcas de calderas con más presencia en la región.
Entre los errores también está el uso de calderas paradas durante mucho tiempo. El desuso de una instalación puede elevar el riesgo de una mala combustión. Del mismo modo, es importante prestar atención al estado de las chimeneas, pues de atascarse pueden devolver el monóxido de carbono a las viviendas. Para evitarlo, la tendencia es instalar calderas estancas con conducciones de salida del aire directamente por las fachadas de los edificios.
