El asesino de José Manuel Fernández anda suelto. El jurado popular designado para el juicio contra el único acusado de matarlo, un toxicómano conocido en Oviedo como el "Gochín de Ventanielles", decidió el viernes dejarlo en libertad. Consideraron que no existen pruebas para demostrar que José Luis Díaz Ramos fue el autor de las dos puñaladas que acabaron con la vida de "Lolín" en el cuarto de basuras del edificio de Salesas. El crimen, perpetrado durante la noche del 26 de junio del año 2017, aún sigue sin resolver y plagado de incógnitas. "El autor está en la calle, yo no soy un asesino", dijo el acusado el primer día del juicio. Y el jurado le ha dado la razón después de llevar un año y siete meses en prisión preventiva.

El crimen de Salesas se gesta en un ambiente oscuro. José Manuel Fernández fue acuchillado tan solo unos días después de morir la mujer que le tenía enamorado, una toxicómana con la que compartía piso en el número 8 de la Plaza Primo de Rivera y que previamente había mantenido una relación sentimental con José Luis Díaz Ramos, el ovetense que se convirtió enseguida en sospechoso a ojos de los investigadores. No en vano, la Policía sabía que el "Gochín de Ventanielles" había vuelto a encontrarse con su exnovia después de haber pasado un tiempo en Tenerife y que se había colado en la vida de José Manuel Fernández. Pasaba mucho tiempo en el piso de "Lolín". Iba allí a "picarse" la heroína que consumía desde que era casi un niño y, como el mismo reconoció, llegó a dormir en la cama con la que había sido su pareja cuando José Manuel Fernández estaba en la de enfrente. El acusado dijo en el juicio que le daba pena de ella, que no buscaba sexo porque la enfermedad la tenía consumida y que sólo la acompañaba para ayudarla a aliviar sus dolores, pero eso llevo al fiscal a defender la teoría de los celos como móvil del crimen.

El ministerio público se apoyó también en las declaraciones de una vecina del edificio, otra mujer enganchada a las drogas a cuyo piso iba a veces el acusado a pincharse a cambio de un poco de su dosis, lo que en el argot se define como un "picadero". Ella le contó a la Policía que el "Gochín de Ventanielles" le había dicho que seguía enamorado de la mujer que vivía con José Manuel Fernández y que tenía intención de matar "al cojo" -al hombre le faltaba la pierna izquierda- cuando cobrase la pensión. Además, la detención de José Luis Díaz se produjo porque las cámaras de seguridad del edificio lo grabaron entrando en el portal y cogiendo uno de los ascensores que baja al cuarto de basuras a las doce y cuatro minutos de la noche, una hora compatible con el ataque sufrido por "Lolín", cuya muerte quedó fijada tras la autopsia "entre las tres y las cuatro de la madrugada" tras una lenta agonía. Todos esos "indicios" llevaron al sospechoso a la cárcel en régimen preventivo, pero los argumentos de las acusaciones se vinieron abajo durante el juicio.

Para empezar, el jurado popular, integrado por siete hombres y cuatro mujeres legos en Derecho, tuvo muy en cuenta en el veredicto que en la escena del crimen no se encontró ni un solo rastro genético de José Luis Díaz ni evidencias de ningún tipo que situaran al acusado en el cuarto de basuras. El abogado de la defensa, Luis Tuero, les convenció en una de las sesiones recordando al personaje de Gregory Peck en "Matar a un ruiseñor", Atticus Fich, que en la película le explicaba a su hija que era imposible ser justo sin ponerse en la piel de los demás, "sin calzar sus zapatos y caminar un trecho con ellos pese a que nos aprieten", dijo Tuero durante el juicio. "Piénsenlo, ¿cómo pudo matar mi cliente a una persona y limpiar la escena en menos de cinco minutos sin que haya ningún rastro suyo? Si la víctima estaba amenazada por él, ¿por qué le abrió la puerta y bajó al cuarto de basuras? La investigación ha sido una chapuza y mi defendido sólo está aquí porque es un cabeza de turco", le expuso al jurado. El abogado insistió en que su cliente fue grabado por las cámaras saliendo del portal seis minutos después de haber entrado y recordó que José Manuel Fernández bajó al cuarto de basuras desde un tercer piso y en muletas, sin la pierna ortopédica, algo que lo hacía mucho más lento.

Tampoco había restos de sangre del fallecido en las ropas que vestía el acusado aquella noche y la declaración de la vecina del bloque durante el juicio, la que había dicho que el procesado quería matar a "Lolín", resultó ser un cúmulo de incoerencias y sinsentidos. Los jurados descartaron también la teoría de los celos, entre otras cosas porque la mujer que compartía piso con el fallecido ya llevaba muerta casi una semana cuando ocurrieron los hechos.

Lo que si se encontró en la escena del crimen fue un cuchillo de cocina roto, con el mango separado del filo. La Policía sostiene que la víctima lo utilizó para defenderse de su agresor. En la hoja había una gota "minúscula" de la sangre de la víctima, pero las investigaciones dejaron probado que el cuchillo ya estaba en el suelo y que la sangre del fallecido se "proyectó" sobre él cuando "Lolín" fue apuñalado. El "Gochín de Ventanielles" tampoco presentaba heridas compatibles con ese cuchillo para incriminarlo, pero en el mango si que se hallaron restos de ADN de una tercera persona que no pudo ser identificada. Esos restos genéticos se corresponden además con los encontrados en una colilla de la marca West que estaba en la escena del crimen, pero esa línea de investigación fue descartada por la Policía para sorpresa de la defensa. Por otro lado, para rematar, el arma del crimen nunca apareció. Pero si el autor del crimen no fue el "Gochín de Ventanielles", que acaba de ser declarado no culpable en la Audiencia Provincial, ¿quién es entonces el asesino de "Lolín"?