Alberto Suárez Laso era un chaval feliz, con una vida tranquila y mecánica, al igual que su profesión. Había estudiado Formación Profesional en el Masaveu, en Oviedo, cuando comenzó a perder visión. "De repente no podía trabajar en el taller, mi vista empezó a fallar y en la portería empezaron a meterme goles que antes paraba", relata.

Convencido de que sus dioptrías habían aumentado, acudió a un especialista con la idea de operarse de la miopía que le estaba cortando las alas, pero el diagnóstico fue un mazazo: degeneración macular con pérdida de visión irreversible. Su situación daba un giro inesperado, y tenía dos opciones: adaptarse a una nueva vida cómoda entre algodones bajo los cuidados de su familia o marcarse nuevos retos para que la pérdida de visión no le condicionase. Y optó por lo segundo. Ayer, el medallista paralímpico ovetense ofreció una charla en su antiguo colegio, que llevó por título "Derribar barreras", un lema que Laso jamás olvida.

Con un auditorio lleno de chavales, algunos de ellos con algún tipo de incapacidad, el campeón paralímpico en atletismo (fue medalla de oro en Londres 2012 y plata en Río 2016) quiso transmitir a los asistentes que "la vida cualquier día puede pegar la vuelta" y es importante "marcarse retos" para continuar con ilusión.

Suárez Laso entrena todos los días, y a veces incluso dos veces, mañana y tarde. Sale a correr por sitios conocidos y si puede lo hace en compañía y en horas en las que el trayecto está menos concurrido. Con un diez por ciento de visión, asegura ser consciente de que cualquier día puede comenzar a ver sombras, pero él sigue corriendo, "un sacrificio que me presta hacer". Enrique Ortea, profesor del colegio Fundación Masaveu y que en su día fue compañero de clase de Suárez Laso, explicó a los chavales que la presencia del atleta en el colegio estaba más que justificada por ser un ejemplo de "superación personal, pero ante todo de buena persona". Un chico del público, ciego, quiso saber cómo podía sentirse motivado para correr y no tener miedo sin ver prácticamente nada. Él confesó que sí tenía miedo. "Nunca uso música porque el ruido me ayuda a identificar los obstáculos", remató.