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"El desastre con La Goleta nos ha dejado temblando", lamenta su último gerente

El afamado empresario leonés Quico Álvarez explica que el negocio nunca fue bien: "Perdimos mucho dinero; en Oviedo hay una crisis tremenda"

Quico Álvarez, en La Goleta, poco después de abrir. LNE

Lo intentó con ganas, pero la ilusión no puede con los números. El afamado empresario leonés Quico Álvarez, que durante años regentó las áreas de descanso de la autopista del Huerna, bautizadas con su nombre, ha cerrado La Goleta, uno de los restaurantes con más solera de Oviedo, tras menos de cuatro meses de andadura. Y el intento le ha salido caro.

Reconoce Quico Álvarez que durante estos meses ha perdido "mucho dinero". "El desastre con el negocio nos ha dejado temblando", señala.

Álvarez, al que une una estrecha amistad con la familia del fallecido Marcelo Conrado Antón, que durante décadas gestionó la marisquería con éxito hasta convertirla en uno de los restaurantes de referencia de la ciudad, asumió la gerencia en septiembre del año pasado, cuando el negocio llevaba un año cerrado, tras treinta y siete funcionado bien con Antón al frente.

La ilusión y el hecho de que Quico Álvarez llevase años parado tras abandonar las áreas de servicio le animaron a probar suerte en La Goleta, donde invirtió "un importante dinero", cuya cuantía no quiere desvelar y que ni siquiera ha podido recuperar.

"El negocio nunca funcionó bien. Tuvimos pérdidas desde el primer día, y aunque nos mantuvimos abiertos durante cuatro meses para ver si remontábamos, nos dimos cuenta de que cada vez la deuda era más grande. No tuvimos más remedio que echar el cierre. Y lo hicimos con mucha pena, porque teníamos muchísima ilusión puesta en este negocio, pero no pudo ser", lamenta el hostelero leonés.

Las cifras están claras. "Dábamos una media de cinco comidas al día, y aunque había movimiento en la barra, era imposible que saliesen las cuentas", desgrana. Además, asegura que "en Oviedo hay una crisis tremenda y nosotros lo palpamos de primera mano en el restaurante. La gente muy maja y muy agradable, pero no había clientela para mantener abierto el restaurante", explica.

Ahora, tras este fracaso empresarial, que reconoce que le ha sentado como "un mazazo" y en el que también estaban involucrados su mujer y su hijo, que trabajaban en el local, Quico Álvarez ha hecho las maletas y ha vuelto a León. "Ahora no sé a qué me voy a dedicar, la verdad, primero tenemos que asimilar este palo y luego veremos", remata visiblemente afectado.

El cierre de La Goleta se suma, además, a la bajada de persiana de otro de los restaurantes históricos de la ciudad, el Latores. Este establecimiento, que abrió sus puertas en 1994, ha presentado un concurso voluntario de acreedores. Se calcula que la venta del negocio puede rondar los 2 millones de euros. El restaurante seguirá abierto hasta que un nuevo comprador se haga con él.

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