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TOÑO VELASCO | Artista visual y diseñador gráfico

"Ahora se puede crear en cualquier parte, no hace falta ir a Nueva York"

"Fui un estudiante regular y a los 40 años descubrí que era disléxico; el dibujo fue mi forma de expresión desde pequeño"

Toño Velasco, en su estudio. MIKI LÓPEZ

El artista visual y diseñador gráfico Toño Velasco lleva dedicado al mundo de la formación más de 15 años. Combina su trabajo como artista plástico y diseñador con la didáctica de sus especialidades. Ha impartido Proyectos de Diseño en la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias y actualmente imparte talleres de artes plásticas en su estudio y en otros enclaves. Su padre, de Arriondas, y su madre, ovetense, nacida en la calle Oscura, le enseñaron a amar desde niño a la región a la que se vino de forma definitiva a los 14 años.

Aquel pequeño dibujante que nació en Valladolid. "Nací en Valladolid, donde trabajaba mi padre, natural de Arriondas, que era delineante formado en la Fábrica de Armas de La Vega, de ahí mi especial preocupación por su futuro. Mi madre era ovetense, de la calle Oscura, y cuando mi padre se jubiló nos volvimos a Oviedo. Yo tenía entonces 14 años. Hasta ese momento estudié en Valladolid.

Ahora los cuatro hermanos estamos en Asturias. Fui un estudiante regular y hay un motivo que lo explica. A los 40 años descubrí que era disléxico. Tuve muchos problemas académicos. Me costaba concentrarme y cometía muchas faltas ortográficas. Tuve muchos problemas para leer y escribir. Eso hizo que me sintiera más cómodo en el mundo del dibujo, que se me daba muy bien. Desde pequeño dibujar era mi medio de expresión. Ganaba concursos y todas esas cosas. Mi madre era muy creativa. En la última época de su vida empezó a pintar. Creo que esta vena artística la heredé de ella, aunque mi padre también dibujaba muy bien, como delineante que era".

Una familia unida, entre hilos y botones. "Tengo una familia muy unida. Mis padres se esforzaron mucho por nosotros y cuando vinimos a Oviedo mi madre, que era modista, montó una mercería en Ventanielles que se hizo muy popular. Así que me crié entre hilos y botones. Recuerdo verla tomar las medidas a una clienta o coser a máquina mientras yo dibujaba en la salita. Estoy seguro de que todo aquello me influyó".

El instituto y la Escuela de Arte. "Me matriculé en el Instituto Monte Naranco, que empezaba ese año su andadura. No había ni aulas. Siempre digo que me especialicé en primero de BUP, ya que lo repetí tres veces. Al principio todo fue un auténtico caos. Entre que no me gustaba mucho estudiar y que me junté a los amigos más piratas que encontré, pues qué voy a contar... Yo quería ir a la Escuela de Artes y Oficios y mis padres querían que hiciera el BUP y que estudiase una carrera. Al final me salí con la mía. En la Escuela estuve siete años e hice Diseño y Grabado y Estampación. Me llevó tiempo conseguirlo, unas cuantas broncas y mucha diversión. La verdad es que siempre he tenido muy buenos amigos. Lo que más tengo que agradecer a Oviedo son todos esos vínculos amistosos que me apoyan constantemente. Estoy atado a Oviedo por mis amigos".

Una etapa inolvidable con profesores irrepetibles. "Tenemos que presumir mucho de esta Escuela, que es una de las mejores que hay en España. Me hubiera encantado estar otros tres años. Los profesores que teníamos eran excelentes. Me dieron clase, entre otros, Bernardo Sanjurjo, Alfonso Granda, Fernando Alba y María Álvarez. Francisco Redondo estudió conmigo. Hablábamos mucho de arte. Eran los finales de los ochenta, que fueron un revulsivo, una explosión de creatividad. En los noventa nos dimos cuenta de que podíamos perseguir sueños. La verdad es que tardé bastante en dedicarme a esto de forma profesional. Ahora vivo de dar clases de arte y de mi obra personal, que intento vender y exponer. También recibo muchos encargos de retratos y hago diseño gráfico; colaboro con músicos y llevo a cabo acciones singulares. Me imagino como esos chinos que tienen un montón de platos girando. Alguno se cae y tienes que cuidar de todos".

Oviedo, ciudad para crear. "Se puede crear en cualquier parte del mundo. Oviedo para mí ha sido benévola para desarrollar mis proyectos, tal vez porque tengo muchísimo apoyo de los ovetenses. Es una ciudad que me trata muy bien. Creo mucho en que cada uno da lo que recibe. Esta ciudad es muy tranquila y cada vez menos conservadora. Aunque de esa parte también hay cosas que guardar. Aquí puede convivir lo más vanguardista con lo más clásico. Eso no es fácil de encontrar. Hay un montón de gente que hace cosas superinteresantes. En Barcelona y en Madrid no eres nadie y en tu ciudad sí puedes serlo. Antes había que ir a Nueva York para triunfar. Para mí, la clave del triunfo está en aprender a vivir con poco y darte cuenta de que es más importante vivir en un lugar amable que empeñarte en otras cosas. Lo que pasa es que ese provincianismo que tenemos a veces no nos deja ver bien. Hace falta que miremos un poco por nosotros, que seamos un poco más solidarios".

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