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El milagro de Sáenz de Oiza en Oviedo

El arquitecto proyectó en la calle Marqués de Pidal el colegio de las Hijas de la Caridad, que cumple 50 años

Celosía de madera de pino americano en las escaleras. LUISMA MURIAS

"Una viga normal y corriente es una viga normal y corriente, pero cuando colocas una sucesión de ellas de manera equidistante es una maravilla". Lo decía ayer el arquitecto Javier Vellés en la terraza de la séptima planta del colegio de la Milagrosa, sobre la calle Marqués de Pidal. Hablaba así Vellés, que visitó el colegio para ver la obra de su maestro Francisco Javier Sáenz de Oiza, autor del proyecto del centro educativo.

Vellés acudió ayer a Oviedo invitado por el Colegio de Arquitectos para pronunciar la conferencia "Oiza y su obra", en la que habló de los trabajos más destacados del arquitecto: viviendas sociales como Entrevía, viviendas singulares como Torres Blancas y un edificio de oficinas, el Banco de Bilbao en la Castellana. Antes de la ponencia, Vellés visitó el colegio, que celebra el 50.º aniversario de su fundación, por lo que también en la sede colegial de los arquitectos asturianos en Oviedo se ha inaugurado la muestra "50/100 Milagrosa/Oiza" sobre la obra del centro educativo.

Oiza diseñó el colegio ovetense por encargo de su tía Blasa, entonces superiora del colegio que estaba en la calle Gil de Jaz. Le llamó y le dijo, "nos tienes que hacer el proyecto del colegio y que sepas que no vas a cobrar". No se pudo negar, es más, puso todo su empeño. Viajaba a Oviedo en coche-cama todas las semanas, en aquellos trenes de los años sesenta, "llegaba, se ponía el pantalón de trabajo, cogía los tablones o los ladrillos y se ponía a trabajar", recuerda Margarita Álvarez, directora titular del centro y sirviente (superiora) de la congregación.

Margarita hizo ayer de guía por el colegio y recibió el agradecimiento de Vellés y de sus acompañantes, los arquitectos asturianos José Ramón Fernández Molina y José Ramón Puerto, vocal de cultura del Colegio de Arquitectos de Oviedo. Los tres destacaron el grado de conservación de un edificio con medio siglo de historia.

El pasado domingo precisamente se cumplieron los 50 años desde que las Hijas de la Caridad entraron en el edificio de Marqués de Pidal. Todo sigue igual. La calidad de los materiales y la solidez de la estructura diseñada por Oiza ha aguantado cinco décadas de niños. Hasta los armarios de formica de las aulas han soportado miles de pequeñas manos guardando los abrigos a diario.

Lo primero que llamó la atención de Vellés, que trabajó 17 años con Oiza, fue el suelo y las paredes, el pavimento original de los años sesenta y el gres de las paredes, tanto interiores como exteriores. Miles de pequeñas piezas que salieron de la fábrica asturiana Paíno y que han aguantado el paso del tiempo de manera excepcional, ni uno de esos ladrillos se ha rajado con el frío y ni el calor de 50 años.

El colegio presenta esas estructuras regulares y de repetición de modelos de Oiza, pero también hay espacio, en la capilla, por ejemplo, para los volúmenes redondeados en paredes y columnas, donde los ángulos desaparecen igual que en las famosas Torres Blancas.

Soluciones magistrales para ganar luz como la moldura de cristal que cierra la parte superior de todos los tabiques o las planchas de hormigón del techo que fueron vaciadas para quitar peso.

Un edificio de uno de los arquitectos más importantes de la historia de España en pleno centro de Oviedo.

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