"No quiero hablar con él". Así de rotundo se mostró ayer Aitor Corteguera, hermano por parte de madre y ahijado del hombre de 56 años que la noche del martes propinó una brutal paliza a su madre de 81 en la vivienda que ambos compartían en Ventanielles. El también hijo de la víctima se mostró ayer incrédulo por el comportamiento de su familiar, para quien el juez decretó ayer prisión comunicada y sin fianza. La mujer, Carmen Roco, seguía recuperándose en el HUCA de unas lesiones cuya gravedad hasta le impiden hablar con normalidad. Los agentes de la Policía Local que intervinieron en el caso aseguran que el escenario de la pelea era "dantesco" y que "nunca habíamos visto tanta sangre".

Los vecinos del barrio están conmocionados, pero poco a poco se van conociendo datos del agresor, que llevaba poco más de un año con su madre en su humilde piso de Ventanielles. Volvió desde Argentina, donde vivía con una chica que había conocido por internet, pero regresó a Oviedo al fallecer otro hermano para cuidar de su madre. "No nos extraña lo que ha pasado", aseguran.

Antonio García, dicen, es un hombre silencioso y aparentemente tranquilo, pero con un pasado complicado vinculado a problemas de drogas y alcohol. "Debido al consumo fue diagnosticado de esquizofrenia paranoide, y por eso lo jubilaron. Hace años que tiene medicación", explica un familiar cercano al caso.

Corteguera, por su parte, no da crédito a lo sucedido ni a lo relatado por los vecinos. "Los primeros en sorprendernos fuimos la propia familia", explicó para luego desmentir las afirmaciones de vecinos que apuntaban a una mala relación entre él y su hermano. "Nuestra relación era normal", señala, y explica que su madre se encuentra mal y que ni siquiera puede hablar debido a los golpes. "Ni he hablado, ni quiero ahora mismo", sentenció sobre el agresor, al mismo tiempo que lamenta los daños de su progenitora. "Hasta le cuesta hablar debido a los moratones que tiene", relató.

Fue el vecino del bajo y presidente de la comunidad, Álvaro García, el que dio el aviso a la Policía, tras percatarse de que en el cuarto piso Carmen Roco gritaba: "¡Socorro, socorro, que me mata!". García llamó a la puerta varias veces, pero nadie le abrió y dio la voz de alarma. Cuando vio a Carmen Roco salir en ambulancia con la cabeza "como un balón y llena de golpes" se echó a llorar.

Pese a que muchos en Ventanielles prefieren no hablar, otros reconocen que los problemas psiquiátricos y con el consumo de drogas eran "sabidos". Una expareja del agresor que convivió con él varios años asegura que éste le pegaba a menudo. "Hubo dos veces que casi me mata, y le denuncié. Fue muy buena persona, padre y marido hasta que comenzó a consumir, entonces se convirtió en un monstruo", asegura consternada con el suceso. Sólo uno de los tres hijos tiene contacto con el padre, y la semana pasada ambos habían estado visitando a Carmen Roco en su casa. Otras fuentes cercanas al caso incluso aseguran que el agresor estuvo dos años en una cárcel de Almería por un problema con un hombre de Lena "que decía que le debía dinero".

Pablo Canal, vecino del barrio, analiza la situación mientras mira a la plaza donde "se vende y se consume de todo, nada de lo que pase aquí me sorprende y lo digo siendo sincero y humilde". Al agresor se le atribuye un delito de violencia doméstica (lesiones) y se le prohíbe acercarse a su madre a menos de 500 metros. En el número 7 de la calle Lago Enol no se habla de otra cosa. Todos echan de menos a Carmen Roco, una vecina tranquila, trabajadora, enferma de diabetes y con problemas de movilidad, a la que la vida nunca trató bien. Enterró a su marido, a su hijo y ahora se enfrenta a las graves lesiones provocadas por otro de sus vástagos, el que volvió de Argentina, supuestamente, a cuidarla.