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Responden los voluntarios del Teléfono de la Esperanza de Asturias

Claves para adaptar el cerebro al nuevo mundo tecnológico

La revolución cognitiva ha ido acompañada de un cambio en el lenguaje; nos hemos ido sumergiendo en ese mundo arrollador

Claves para adaptar el cerebro al nuevo mundo tecnológico

Esa expresión que dice que "el mundo se está volviendo loco", la venimos escuchando desde hace mucho tiempo y ya la hemos interiorizado como una realidad, como una verdad incontestable. Estudios recientes nos indican que la evolución del cerebro humano ha sufrido la mayor evolución en los últimos 200.000 años, principalmente porque ha tenido que cambiar para adaptarse a situaciones nuevas e insospechadas hace tan sólo unos pocos años.

Si a nuestros abuelos les ponen delante un ordenador, un GPS o simplemente un fax, lo mirarían con la misma desconfianza con la que se miraban a las brujas en la edad media, y hoy en día estos aparatos están tan integrados en nuestras vidas, en nuestras mentes que algunos de ellos como el caso del fax están ya anticuados, y el caso de otros como los móviles se han vuelto tan imprescindibles que cuesta mucho imaginarse una vida sin ellos. Esto ha supuesto para nuestros cerebros no un simple cambio conceptual sino mas bien un cambio de paradigma, una revolución cognitiva que ha sido acompañada de un cambio en el lenguaje, me imagino a un joven de hoy en diciéndole a su abuelo hace cuarenta años que desde su Smart watch es capaz de sintonizar la Smart tv y la Tablet , a la vez que le quedan gigas de sobra en su iphone para conectarse a Facebook y a whatsap y twitear con algún contacto. Sin duda la cara de asombro del pobre anciano sería comparable a la que presentaría si se encontrara con un marciano en la ducha. Y sin embargo, muchos de nosotros hemos vivido dicha evolución de una manera secuencial, progresiva y nos hemos ido sumergiendo en ese mundo arrollador que a la vez nos ha ido cambiando nuestra forma de ser y nuestra forma de pensar.

Realmente no tuvimos elección, aquellos románticos que se aferraban a su máquina de escribir como un reducto de personalidad e individualidad han tenido que terminar sucumbiendo a esa nueva realidad de los potentes ordenadores. A nivel cognitivo, nuestro cerebro no ha podido avanzar y adaptarse a todas esas nuevas realidades al ritmo que han ido apareciendo en nuestras vidas, y como resultado nos encontramos con que tenemos que manejar el triple de información que hace diez años, en la mitad de tiempo, pues este tsunami tecnológico nos arrolla. El coste es evidente, no podemos mantener el nivel de procesamiento, la velocidad de toma de decisiones y la profundidad de análisis en unos niveles adecuados, por lo que nos hemos vuelto mucho más influenciables debido a la superficialidad de análisis con la que tenemos que convivir.

Esto supone una mayor posibilidad de cometer errores, algo del todo natural, pero muy mal aceptado por una sociedad que nos vende una sensación de éxito ficticia, errónea y equivocada, en donde el error no está permitido y la alfombra del éxito está tejida con los hilos del acierto pleno. Gran mentira. Nadie aprende de sus éxitos, el mayor maestro es el error.

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