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Nietos postizos para mantener la alegría

Seis mayores de una residencia del centro recibirán semanalmente las visitas de doce jóvenes voluntarios: "Son preciosos"

Cuatro voluntarias hablando con los "abuelos" Carmen García y Román Suárez. F. RODRÍGUEZ

"Son todos preciosos". Así reaccionó Carmen García, una usuaria de una residencia de mayores del centro de Oviedo tras conocer a los doce voluntarios que hasta el mes de junio se turnarán para visitar semanalmente a media docena de mayores. La iniciativa forma parte del programa "Adopta un abuelo" extendido ya a 45 ciudades españolas y que este año se estrena en la capital asturiana con el objetivo de ayudar a los ancianos participantes a "mantener la alegría".

El programa supondrá que cada uno de los dos voluntarios asignados a cada "abuelo" los acompañe durante hora y media semanal. "Podrán acompañarlos a pasear, darles conversación o empujarles a practicar los juegos de mesa", explicó Noelia Rodríguez, coordinadora del programa en León que ayer se desplazó hasta Oviedo para explicar su experiencia a los jóvenes encargados de estrenarlo en la ciudad.

La mayoría de los voluntarios son estudiantes de diferentes puntos de la región, sin más aspiración que ayudar y llenar el vacío dejado por sus mayores fallecidos. "Somos amigas y nos une la tristeza por la pérdida de nuestras abuelas", explicaron Pamela Peguero e Irene Espiñeira, una estudiante de Educación Infantil y una abogada anteriormente vinculadas al voluntariado a través de la Cruz Roja.

Otros simplemente justifican su participación en su interés por hacer una sociedad mejor. "Me siento especialmente bien cuando hago algo que sirve de ayuda para los demás", señaló Moisés García, estudiante de Ingeniería Informática que se lanzó a esta aventura junto a otra estudiante de Magisterio Infantil, la murciana María Ángeles Martínez.

Todos ellos, mayores y jóvenes, disfrutaron de una merienda de confraternización en la jornada de ayer para darse a conocer. Los ancianos, con edades comprendidas entre los 76 y los 94 años y con limitada vida social, tardaron en soltarse, pero pronto se ganaron a sus "nietos" nuevos. "A ver si volvéis pronto", le espetó una interna a los voluntarios.

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