Raquel L. MURIAS

Ignacio María Fernández de Torres (Madrid, 1964) clausuró ayer en Oviedo, con su charla "Caminos de transformación", la Semana social de la basílica de San Juan. El sacerdote madrileño, que además imparte clases en la Universidad Pontificia de Salamanca, asegura que estamos "anestesiados" y que debemos empezar por cambiar nosotros mismos si tenemos la voluntad de "querer mejorar el mundo". Fernández Torres está convencido de que todavía estamos a tiempo.

- ¿Qué le ocurre a esta sociedad?

-Vivimos en una sociedad que se ha hecho indiferente a todo o a casi todo. Nos duele Julen porque estaba cerca, pero nos es indiferente el niño que muere de hambre en África. Y los dos son dramas iguales. Pero lo triste es que en África ni siquiera vemos otro ser un humano, vemos un objeto.

- ¿Y cómo luchar contra eso?

-No es tan complicado. Hay que comenzar por cambiar uno mismo, porque todos los cambios sociales se apoyan en cambios personales. Son como las dos tapas de un bocadillo.

- ¿Pero lo ve factible o utópico?

-Es más fácil de lo que se cree, lo que ocurre es que ya estamos anestesiados y el dolor ya no nos provoca nada en nuestra conciencia. Pero es más difícil participar en la injusticia que tomar decisiones para ser parte de la justicia.

- Usted que es un religioso sabe que la Iglesia tampoco ha sido justa. Ha mirado para otro lado muchas veces.

-Por desgracia ninguna sociedad está libre de caer en el mal. La Iglesia ha cometido muchos fallos, pero no podemos pretender ser una sociedad paralela a las leyes del mundo. Si un sacerdote ha abusado de un niño, le ha fallado a Dios y ha cometido un delito penal y debe juzgarle un tribunal.

- ¿Qué le aportan a usted charlas como las de hoy en Oviedo?

-La oportunidad de poder hablar con la gente y transmitirles que hay esperanza, que se puede construir una sociedad mejor y que el éxito reside en que tenemos que cambiar nosotros mismos. Al final, para lograr el cambio global, tenemos que modificar los valores de la familia, la escuela, la política, las leyes y apoyarnos en la fe.