Muchos son los que sueñan con tener alas para volar. Y resulta que Carmen Malví las hace y a gusto del consumidor las pinta sobre una seda y llevando a la tela el espíritu de la persona que lucirá esas alas e intentando que le den la fuerza necesaria para seguir adelante en la lucha que es la vida. La artista ofreció ayer una charla en la plaza Trascorrales, incluida dentro de la exposición de mandalas y arte geométrico que terminó ayer, y por la que han pasado cientos de personas en los últimos días.

Malví, que dibuja sus alas con mandalas (una representación artística con origen en la India hace ya siglos y extendida a Occidente a través del psicoanálisis), explicó que lleva más de quince años dedicándose a hacer alas a la gente y reconoció que, aunque jamás pensó que ocurriría, sirven para ayudar a la gente. "Me di cuenta de que cada vez eran más las personas que me pedían tener unas, gente que estaba pasando por un mal momento personal y necesitaba paz, alegría o energía", concreta. Y fue el boca a boca lo que, poco a poco, engrosó su lista de encargos. Asegura que en estos quince años de profesión habrá diseñado "más de quinientas, aunque tampoco llevo un inventario de todos los trabajos que realizo". Según la creadora, las alas de colores, que siempre tienen dibujos geométricos, "contribuyen a que nuestro inconsciente asocie colores y formas a estados de ánimo y a sensaciones". Y pueden ayudar, y mucho, a que la persona que las lleva se sienta liberada, en paz o con nuevas energías.

Pero no sólo las mandalas se plasman en tela, la exposición contó con un gran panel lleno de figuras geométricas donde todos los que pasaban por allí podían colorear. Y aunque los mayores también participaron, los más pequeños fueron los más interesados. En la mayoría de los colegios ya se trabaja con esta técnica, que favorece la concentración y relaja a los niños.

De amarillo pintó ayer parte de una mandala Sabina Cartas, que a sus 7 años asegura que le gustan mucho la pintura y las mandalas, "porque son muy divertidas".

Marta Silva y su amiga Inés Pedreira visitaron ayer la exposición. Llegaron desde Pola de Siero para verla y no quisieron perder la oportunidad de coger el color y rellenar alguno de los huecos que aún quedaban libres. "Me siento muy tranquila cuando pinto mandalas", aseguró Pedreira, mientras que su amiga reconoció que ella las pinta desde que era pequeña. "Cuando trabajo con una mandala se me olvida todo lo demás".