El mercado del Fontán se abre a los gastropuestos que triunfan en otras plazas de abastos de España, como la vallisoletana de El Val, pero de una forma muy limitada, al menos inicialmente. La concejalía de Economía, dirigida por Rubén Rosón (Somos), impulsa una modificación del reglamento de régimen interno del histórico equipamiento, según el cual solo está permitida una cafetería, para autorizar una mayor actividad hostelera en el recinto. Sin embargo, Rosón precisó ayer que, "a petición de los comerciantes", podrá haber "un máximo de dos puestos gastronómicos, siempre que tengan espacio libre para instalarse, y ahora sólo hay sitio para uno".

LA NUEVA ESPAÑA ya avanzó el pasado diciembre que los comerciantes y el tripartito se habían puesto de acuerdo para abrir el Fontán a los gastropuestos, pero de forma controlada y sin seguir ejemplos como el de la plaza barcelonesa de La Boquería o el madrileño mercado de San Miguel. Y es que la postura del gobierno ha sido contraria a la reconversión del Fontán en un gastromercado desde el mismo momento en que la planteó el portavoz municipal del PP, Agustín Iglesias Caunedo. Ese modelo, para el tripartito, pone en riesgo puestos de trabajo. Además, resultaría inviable porque el edificio está protegido y no se puede modificar.

La gerencia, los comerciantes y los clientes consultados durante los últimos meses han respaldado que el Fontán reforzase su oferta gastronómica, pero siempre desde la base de un modelo diseñado "a la medida de la ciudad". La idea más extendida para poder combinar la venta con la degustación de productos consistía en habilitar una segunda planta con pasillos laterales para ubicar en ella los gastropuestos y otros espacios para la organización de actividades de ocio, una alternativa que ha quedado descartada por la catalogación de edificio.

El cambio de la normativa fue solicitado por la sociedad que gestiona la plaza mediante una concesión administrativa que se suscribió en junio de 2004.