"Llevo desde los once años conviviendo con curas y no he tenido ningún problema. Es más para mi son un referente". Es el testimonio de Marco Antonio Fernández, un seminarista llanerense de 19 años que esta mañana, con motivo de los actos conmemorativos del Día del Seminarista del próximo martes, quiso dar a conocer junto a varios compañeros el día a día del Seminario Metropolitano de Oviedo. Los aspirantes a sacerdotes y el recto de la institución coincidieron a la hora de lamentar que se ponga el foco de los casos de pederastia sobre la Iglesia, a pesar de que es un problema que "existe en otros campos de la sociedad".

El rector del Seminario, Sergio Martínez, reclamó un estudio sobre abusos sexuales que ponga negro sobre blanco la proporción de casos producidos en el seno de la Iglesia respecto en otros entornos como son el familiar o el deportivo. "Veo intención de dar leña al mono", apuntó Martínez, reconociendo la existencia de casos dentro de la institución, a pesar de los esfuerzos para erradicar los mismos. "El papa Francisco ha plantado cara a estos problemas y Benedicto XVI ya lo hizo antes en la sombra", explicó.

Martínez subrayó la existencia de controles para evitar casos de pederastia en el seminario. "Toda persona con patologías psicológicas queda excluida de entrar en el seminario", señaló para luego añadir que, al igual que en la vida civil, se piden certificados de carecer de antecedentes sexuales y se intensifica la formación afectiva sexual incluso después de ser ordenados como sacerdotes.

Por su parte, el seminarista Andrés Camilo Cardozo se remitió a una metáfora para explicar lo que a su juicio es una injusta generalización. "Es como el comportamiento de los aviones. Miles vuelan y llevan a su destino con buen fin a sus viajeros y sólo es noticia cuando un avión no llega", indicó este estudiante de origen colombiano emigrado a Oviedo.

Estas manifestaciones tuvieron lugar dentro de un encuentro con los medios en el que se hizo un repaso de la actividad cotidiana del Seminario ovetense. El recién ingresado estudiante Dimás Fernández explicó como cada día se levantan a las siete de la mañana y realizan diferentes rezos antes de inicias las clases a las 9.20 horas. Cada día asisten a ocho horas de clases deferentes materias según el curso con algún descanso para comer, merendar y tener una hora de ocio. Eso de lunes a viernes, pues el fin de semana continúa la labor fuera del recinto de la zona ovetense Prao Picón. "En mi caso colaboro con el asilo de Pola de Siero, pero otros compañeros acuden a parroquias", indicó el nuevo alumno de 30 años, que dejó su profesión como ebanista tras recibir la llamada de la vocación.