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Terapia a dos ruedas

Elsi Ribero arranca su última ruta hacia Asia occidental antes de cruzar el charco con la moto que le enseñó a vivir

Elsi Ribero ante una yurta (vivienda típica de los nómadas del Asia central), en su último viaje, en Uzbekistán. E. R.

Elsi Ribero no sabe, ni quiere, vivir la vida de otra forma que no sea sobre su moto. El chip le cambió en 2010, cuando una negligencia médica estuvo a punto de robarle la vida. Necesitó unos años de transición, un tiempo para digerir todo aquello, y después de no encontrar respuestas a tantos porqués un día "me miré al espejo y me di pena".

Pero fue ese reflejo el que le puso las dos opciones frente a frente: morirse de pena o vivir, y ella eligió la segunda. Enamorada de la moto y de la libertad que siente cuando se sube a ella, el próximo día 29 comenzará el que es ya su cuarto gran viaje. Esta vez el destino es incierto, no porque no sepa adónde va, sino porque en algunos de los países del recorrido no le han dado el visado. "Pero yo soy de las que creen que con una sonrisa se llega a muchos sitios", concreta.

Sur de Turquía, para pasar a Irán y luego intentar entrar en los Emiratos Árabes, donde no entienden por qué una mujer que viaja en moto quiere un visado para entrar en el país. Elsi Ribero sí lo sabe: "Para vivir". Desde ahí seguirá ruta hacía Omán, donde tampoco le han dado licencia para entrar. Este será el último viaje que hará Elsi Ribero en Asia occidental, antes de cruzar el charco, porque el próximo año ella y su moto van a viajar a Chile o a Perú... veremos.

A sus 46 años, Ribero dice que no quiere quedarse con la sensación de haber dejado cosas por hacer en el camino, por eso vive de forma diferente, cortándose de caprichos que antes se daba para engrosar la hucha que le da alas para viajar en su moto. "Si antes me compraba un bolso o unos zapatos, ahora lo guardo. Vivo de otra forma, pero nunca me he arrepentido", concreta.

Este viaje la tendrá dos meses fuera de casa y espera volver con la caja de las ilusiones cargadas, porque ella ya no sabe vivir sin viajar en su moto. De hecho, son varios los patrocinadores que la apoyan en sus grandes viajes, en los que asegura que también ha pasado miedo, pero sobre todo "me he encontrado con gente maravillosa. La gente quiere vivir en paz incluso donde hay guerra", concreta.

Con una maleta mínima con lo justo de ropa para ir tirando, una tienda de campaña y una caja de herramientas, arranca Ribero este viaje tras haber recorrido ya la India, el Cáucaso y el mar de Aral. ¿Quién dijo miedo? "A mí esa palabra me paraliza, por eso quiero seguir cumpliendo sueños", relata la motera. Esta vez llevará con ella una pegatina muy especial, creada por ella misma. "Es un monigote que se llama 'Akitil', que significa la fuerza que hace revivir, y que da sentido a estos viajes; quiero que la gente sepa que el miedo nunca puede pararnos", concluye.

A Elsi Ribero ya nadie la frena, ni siquiera las fronteras.

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