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JUAN ANTONIO GARCÍA BENITO (TONY) | Peluquero, se jubila tras 48 años de profesión

"Ahora todo el mundo va con prisas a la peluquería y eso influye en el trabajo"

"Empecé por casualidad y llegué a ser ayudante personal de Llongueras en Barcelona, de allí pasé al principal salón de la firma en Madrid"

"Ahora todo el mundo va con prisas a la peluquería y eso influye en el trabajo"

Juan Antonio García Benito (Tony), peluquero, nació en Infiesto (Piloña) en 1954 y vivió allí hasta que se marchó para estudiar y desarrollar su carrera profesional. Después de 48 años en activo se jubila desde su peluquería de la calle Asturias, en Oviedo, con la vista puesta en nuevos proyectos, como dedicarse a la formación en peluquería y atender sus negocios de turismo rural.

Infancia feliz en Piloña. "Me crié en Piloña y en 1970 salí del Colegio menor de Juventudes de Llanes. Fui a Oviedo para aprender peluquería en la Academia Gutiérrez, donde la antigua estación de Alsa. Estuve nueve meses y pronto mis maestros se dieron cuenta de que despuntaba".

Prácticas en Barcelona y los inicios con Llongueras. "Me enviaron a hacer practicas en la academia de Henry Colomer, en Barcelona. Decidí quedarme allí y empecé a trabajar con Llongueras el 18 de septiembre de 1972. Estuve hasta finales de los ochenta. Llegue a ser ayudante personal de Llongueras, que revolucionó la profesión en los setenta y ochenta. Confiaba en mí y me mandó a la peluquería de la calle Lista (Ortega y Gasset actualmente), el buque insignia de la casa en Madrid. Allí tuve la oportunidad de atender a muchas personas conocidas, del mundo del espectáculo y de la clase alta madrileña".

La casualidad que le marcó la vida. "La verdad es que estudié peluquería igual que podía haber hecho cualquier otra cosa. El caso es que empecé a flojear en el colegio y en mi casa decidieron que tenía que aprender un oficio. Antes las cosas eran así. En Llanes acabé el Bachiller y la reválida y después me encontré con la peluquería de forma casual. Pero enseguida despunté y me gustó cada vez más, hasta el punto de que llevo casi medio siglo dedicado a este sector en cuerpo y alma. Cuando yo empecé, las cosas eran muy diferentes. El concepto de la peluquería ha cambiado".

El desembarco definitivo en Oviedo. "A finales de los ochenta me marché de Madrid para asentarme en Oviedo. Es una de esas decisiones que se toman sin pensar demasiado. A veces pienso qué hubiese pasado si en vez de venir a Oviedo me hubiera marchado a Londres. El caso es que monté una peluquería en la calle Gil de Jaz, con otro socio, y las cosas no fueron bien. Más adelante ya me establecí en la calle Asturias, donde sigo. Realmente pienso que lo de venirme de Madrid fue una de las tonterías que hace la gente cuando es joven. Un día te levantas y con veintipocos años decides. También podía haberme quedado".

De los rulos al secador de mano. "Noté mucho el cambio de Madrid y Barcelona a Asturias. Cuando Llongueras empezaba a trabajar con el secador de mano aquí apenas se utilizaba. Aún se empleaba el secador de casco y los rulos para conseguir volúmenes; también muchos cardados. Se sigue haciendo pero de forma minoritaria y en casos bastante concretos. La verdad es que en Oviedo tuve una estupenda acogida y enseguida me hice una buena clientela. También pertenecí muchos años a una conocida casa de cosmética y productos. Hasta el 2006 participé en muchos eventos de demostraciones de cortes y color para profesionales. Siempre me ha preocupado mucho seguir formándome y es uno de los campos que quiero seguir explorando. Todos los años me voy a Londres una temporada".

Un cambio de actitud. "Todo el mundo va con prisas a la peluquería y eso provoca mucha presión e influye en el trabajo. Me gusta hacer una peluquería con líneas definidas, muy pura, para eso se necesita tiempo. Al corte hay que dedicarle atención. También hay que hablar un poco con la gente para saber lo que quiere. Se siguen haciendo trabajos de moldeador y recogidos, pero la mayoría de la gente quiere lavar y peinar. Las cosas bien hechas siempre marcan una diferencia".

Varias generaciones en el salón. "Entre mi clientela tengo varias generaciones de una misma familia. Cambia mucho la cosa de peinar a un abuela a atender a la nieta. Antes las niñas venían con diez o doce años para hacerse el primer corte y solo querían retocar las puntas. La madre por detrás siempre pedía que cortásemos más. Parte del secreto de mantenerme tantos años creo que ha sido no hacer demasiado caso a las madres y escuchar a las hijas. El pelo es algo muy personal y algunas veces no se le da la importancia que merece. La peluquería de caballeros también ha evolucionado mucho en estos años, basta ver cómo son los salones y los productos que se emplean".

Una vida llena de anécdotas y experiencias. "La mayoría de las ovetenses se peinan bien. No hay más que salir a la calle. Se ven muchos estilos muy buenos. Yo pienso que se puede competir con otras capitales. Por mi casa han pasado personas muy conocidas, por ejemplo durante los premios Princesa de Asturias. También estoy muy orgulloso de mis clientas ovetenses. Sin ellas nada habría sido posible".

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