La Asociación de Propietarios de Casas Históricas y Singulares de España, constituida en 1994, está en pleno proceso de expansión. Su presidente, Javier Bahamonde, cuenta que en lo que va de año se han incorporado veintidós nuevos miembros. En Asturias, desde ayer y a lo largo de este fin de semana, visitarán dieciséis propiedades. Empezaron por la Casa Amarilla, en Nava, y los palacios de Bobes y Meres.

- ¿Cuál es su finalidad?

-La asociación se constituyó para la defensa y conservación de bienes históricos de titularidad privada, ayudando a los propietarios, guiándolos y asesorándolos jurídica y técnicamente, y ayudándole a buscar salidas para hacer viable su propiedad. Somos una asociación de agentes inversores en patrimonio, un nexo con la Administración. España tiene un patrimonio importantísimo, y Asturias especialmente. En Asturias están, desperdigadas y con un enorme valor, las viejas casonas, los grandes palacios y sobre todo las casas de indianos. Es un patrimonio que, aunque tenga dueño privado, es de todos. Hace 20 años entendimos que debíamos dar más a la sociedad y ahora la asociación realiza actividades formativas y educativas, cursos, congresos, conferencias, publicaciones. Hace un par de años creamos un premio que este año ha recaído, en una de sus tres categorías principales, en un asturiano, Víctor Madera, por su labor de recuperación del patrimonio. Tenemos que conservar el patrimononio, pero también nos corresponde educar a las próximas generaciones para que reconozcan su importancia.

- España, ¿es un país especialmente rico en ese patrimonio?

-Se da una paradoja: somos un país no rico si no riquísimo y sin embargo tenemos uno de los indices más bajos de propietarios asociados. En otros países europeos nos multiplican por diez, por cuarenta, con patrimonios semejantes o menores. En Europa están asociadas más de cincuenta mil propietarios. Nosotros no nos unimos, no compartimos: es algo muy español.

- ¿Hablamos ricos propietarios?

-Hay casas en manos de grandes propietarios; hay casas que a pesar de una gran fortuna son muy difíciles de mantener. Hay desde grandes palacios hasta modestos molinos y pequeñas casas señoriales. Entendemos que un edificio histórico es el que representa una forma de vida que ya no existe, la de los indianos y sus casas que volvían de una aventura azarosa y traían el primer cuarto de baño a un pueblo de la montaña, la primera instalación eléctrica, con casas que competían con las de Viena o París.

- ¿Se encuentran con destrozos en las casas?

-Monstruosos. Está lo que se deja perder porque interesa que se pierda, para recalificar, y lo que se deja perder porque no se puede atender. Los que por falta de medios hacen rehabilitaciones horribles y los que por exceso de medios las hacen mucho más horribles.

- La asociación hace de interlocutor con la Administración.

-Cultura es sensible, nos escucha; otra cosa es la Administración de Hacienda. Yo creo que ve las cifras con miopía. Cuando un Estado invierte en bienes históricos está invirtiendo en futuro, y en generar riqueza. Pueden hacerse redes de alcance nacional y transformar nuestro turismo de sol y playa en un turismo cultural. Y recuperar viejos oficios: yeseros, ebanistas, cerrajeros...