Se nos ha ido en Astorga don Celestino Castañón, fundador y durante muchos años titular de San Lázaro del Camino, la parroquia ovetense creada como quien dice "de la nada" hace la friolera de medio siglo. Era el año 1968 cuando el entonces arzobispo, don Vicente Enrique Tarancón, trajo a Oviedo, poco menos que por una oreja, al entonces joven cura de la cuenca minera (Santa Cruz de Mieres, 1926) para poner en marcha la parroquia, una ardua tarea que puso a prueba los arrestos de don Celestino.
El firmante había conocido al entonces joven cura de la cuenca minera del Caudal que publicaba una hoja parroquial de fuerte contenido social y estaba muy arraigado en la comarca. Mucho se podría escribir sobre aquellos primeros tiempos en un barrio de la periferia urbana, cargado de problemas, muy castigado por los acontecimientos bélicos de los años treinta.
Se trataba, pues, de poner en marcha la nueva parroquia que carecía incluso de iglesia. Nuestro entonces joven cura pronto se hizo en gran parte con la difícil feligresía y le echó muchos arrestos a la enorme tarea que tenía por delante con el lema: "San Lázaro ya es parroquia pero necesita un templo".
Tiempos aurorales de la nueva parroquia cargados de episodios dignos de ser historiados. Gratos unos, difíciles otros, pero todos fértiles y superados con fe y con tesón. Fue en la década prodigiosa del Concilio Vaticano II, de la llegada del hombre a la Luna, del cauto principio de apertura del régimen político, con la ley de prensa y el desarrollo económico. Se trataba de poner en marcha una parroquia partiendo de cero y de paso echar una mano a las patentes carencias del entorno.
Tareas que el entonces joven párroco emprendió con mucha fe y juvenil energía.Tuvo entonces el firmante la oportunidad de apadrinar al primer bautizado de la feligresía, Esteban Palanco, humilde ceremonia celebrada en un pasillo de las Escuelas del Ave María, habilitado como templo provisional que lo fue durante quince años hasta la inauguración de la nueva iglesia.
El cinco de junio de 1983 fue consagrado el nuevo templo por el entonces arzobispo de Oviedo don Gabino Díaz Merchán. Gozosa ceremonia con gran acompañamiento de concelebrantes, curas, acólitos, autoridades y pueblo fiel. Motivos familiares, como la vecindad de mi anciana madre, nos mantuvieron ligados desde entonces a la nueva parroquia.
Parroquia de origen popular como característica de su proyección social desde sus comienzos, incluso con la advocación adoptada por don Celestino de San Lázaro del Camino, tan ligada a la dimensión peregrinante.
Vaya mi afectuoso recuerdo a la memoria de don Celestino Castañón con la gratitud por su labor y por su ejemplo.
