Marcelino Garay (Oviedo, 1952). Antes de entrar en el Seminario estudió Magisterio. Lleva cuarenta años de sacerdocio. Tras un periodo por las cuencas mineras fue a Roma a estudiar Teología Espiritual, y al regresar en 1992 pasó diez años de formador en el Seminario. En 2002 fue nombrado delegado episcopal de Cáritas. Tras un año en parroquias rurales en 2013 pasó a San Melchor. Fue delegado del Clero y director espiritual del Seminario.
- Está en una parroquia de familias jóvenes.
-En la que por lo tanto hay muchos niños. Este año tenemos más ciento sesenta para hacer la primera comunión. Tenemos también la suerte de contar con un buen grupo de catequistas.
- ¿Esta juventud de las familias se nota en la parroquia?
-Hay de todo. Unos están muy implicados en la vida de la parroquia y otras menos, por distintas razones, y finalmente hay un grupo que es de paso. Bautizan a los hijos y no vuelven hasta que hacen la primera comunión.
- ¿Los niños marcan el ritmo de la parroquia?
-Sí, pero también tenemos un equipo de Cáritas muy activo. El servio a los pobres marca. El barrio de Vallobín hace treinta años era de los más jóvenes de Oviedo y ahora es viejo y hay muchos inmigrantes, a los que atendemos en muchos casos. Por eso la parroquia está marcada por los niños, por la gente necesitada y por los jóvenes, que son muy activos.
- ¿Recoge el fruto?
-Siempre esperamos el fruto, pero unas veces se ve y otras no. La verdad es que en la parroquia hay mucho movimiento desde la mañana hasta la noche. Más de mil personas pasan semanalmente por la parroquia, entre las actividades y las misas.
- Hacia dónde le gustaría que evolucionara la parroquia?
-Por la incorporación de las familias de los niños que se bautizan y hacen la primera comunión. Ya tenemos varias.