"Ya tocaba pensar un poco en vivir y dejar de dar tantas paladas". Así de natural se mostró ayer el piragüista riosellano Walter Bouzán después de tomar posesión de su cargo como bombero del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento del Ayuntamiento de Oviedo junto a otros 17 compañeros en un acto que tanto trabajadores como representantes políticos calificaron como "emocionante".

Bouzán es, con diez triunfos (nueve en K2 y K1), uno de los reyes del Descenso Internacional del Sella junto al cántabro Julio Martínez, vencedor en otras tantas ediciones por dúos. A sus 41 años, llevaba ya varios ejerciendo como interino para el servicio de bomberos del Principado de Asturias, pero hasta ahora no contaba con una plaza fija. "A partir de ahora seguiré practicando, pero no al máximo nivel", se confesaba a la salida el laureado deportista asturiano.

La llegada de los nuevos efectivos era esperada como agua de mayo por el Consistorio ovetense. "Es un día cargado de emoción porque se culmina un largo y complejo proceso para rejuvenecer la plantilla", declaró el concejal de Seguridad Ciudadana Ricardo Fernández, encargado de presidir el acto junto con el Alcalde, Wenceslao López, y el concejal de Personal, Iván Álvarez, además de la jefa de la jefa de Bomberos, Carmen del Prado.

En total son 19 los nuevos bomberos, si bien uno de ellos, Miguel López no pudo estar presente por motivos personales en un juramento que llenó de familiares las butacas reservadas para el público en el salón de plenos municipal. Las incorporaciones cubrirán vacantes de puestos de agentes técnicos y técnicos conductores.

La ampliación de la nueva plantilla permitirá, entre otras cosas, reforzar las precarias guardias actuales cuya escasez de efectivos provocó que en alguna ocasión el parque de bomberos se haya quedado totalmente vacío por las noches. Aparte de las necesidades de "capital humano" reconocidas ayer por el propio Alcalde, la toma de posesión generó gran satisfacción entre los contratados y, especialmente, entre sus familiares. "Ojalá mucha más gente pudiese tener esta suerte todos los días", pensó en voz alta entre el público una madre emocionada.