Leo Bassi es conocido por ser un provocador irreverente, por meterse con las fuerzas políticas, principalmente las de derechas, y arremeter contra la Iglesia. Sigue en esa línea de llamar la atención sobre las cosas pero dice que ha cambiado las formas. El viernes estará en el Teatro Filarmónica con "El último bufón" (20.00 horas. Entradas 8 y 6 euros).

- ¿Qué ha cambiado?

-"El último bufón" es el espectáculo más poético e intimista de mi vida. Y precisamente en esto está la provocación. Quiero sorprender al público con una faceta mía completamente diferente a lo que se conoce. Hoy en día hay mucho asco en el mundo, y la verdadera provocación en la vida debe ser poética, mágica y romántica.

- Todo empieza con una película de su bisabuelo.

-Soy la séptima generación de una familia de bufones. Mi hermana, que es historiadora del cine, encontró en Lyon tres cortos de 30 segundos que los hermanos Lumière grabaron de una actuación de mi bisabuelo y su hermano. De ahí surge la idea de que soy el último bufón. Lo que yo viví en mi infancia, el mundo de las rulottes y las pequeñas carpas ya no tiene cabida en tiempos de youtubers e influencers. El mundo que yo represento ha desaparecido.

- ¿Qué supuso el hallazgo de esas imágenes?

-Fue un shock emocional, muy impactante, algo muy personal. Mi abuelo me había contado que esas imágenes existían y que fueron grabadas en 1896 pero llegó casi a ser una leyenda familiar. Gracias al trabajo de mi hermana pudimos confirmar que existen. En esos cortos se ve la inocencia con la que hacían las cosas, es todo muy infantil, con poesía y misterio. Ahora vivimos en una época irónica y cínica y necesitamos algo infantil y misterioso. Esas imágenes me han transformado. En este mundo que pasa tan deprisa tengo constancia en imágenes de que 122 años después sigo con la lógica del bufón que tenía mi bisabuelo.

- Habla de la infancia, ¿se ha perdido la esencia del circo al hacerse adulto?

-Sí. Pero no sólo el circo, también en las religiones. Hemos perdido la maravilla de ser niños. El trabajo de los payasos siempre ha sido mantenerse niños y eso es más inteligente que el cinismo, que no es más que nihilismo.

- Su familia siempre se ha metido con la Iglesia.

-Mi abuelo decía que el circo y la Iglesia tienen en común que hacen milagros pero nosotros los hacemos de verdad. Creo que yo he heredado esa vena anticlerical. Mi abuelo y mi bisabuelo eran gente humilde que no necesitaban arrodillarse ante el rey, ni ante el emperador ni ante el papa, era una dimensión anarquista que yo mantengo.

- ¿Nunca se ha planteado refugiarse en internet?

-Tengo un canal de youtube pero lo hago a mi manera, a mi ritmo. Tengo mi pequeña iglesia en Madrid, el Paticano, dedicada a los patitos de goma, y emitimos mucho por internet. Pero estoy experimentando. No necesito correr detrás de la publicidad.

- ¿Cómo ve ese mundo?

-Estoy en un periodo de experimentar más profundamente, quiero que lo que ahora hacemos quede como legado. Creo mucho en las cosas fundamentales que serán descubiertas en el futuro. Lo que hacen los yotubers es algo efímero. Ahora son superestrellas pero dentro de diez años es posible que nadie se acuerde de ellos.