Ciudadanos de origen marroquí mostraron ayer su solidaridad con el matrimonio natural de Tánger que vela por ver a su hija de dos años y medio salir adelante después de haberse caído desde una altura aproximada de trece metros desde una de las ventanas de su casa, un tercer piso de Vallobín. La mayoría son vecinos del mismo barrio ovetense que se acercaron al hospital o al edificio -en el número 11 de la calle Francisco Cambó- para ofrecerles su ayuda e interesarse por el estado de la pequeña sin siquiera conocer a la familia. Los compatriotas señalan que "en Marruecos todas las ventanas tienen rejas y son seguras para los niños", e insisten en que les cuesta acostumbrarse a lo contrario cuando se instalan en España. De hecho, una mujer también natural de Tánger aseguró ayer a este periódico que decidió instalar una reja en sus ventanas hace tres años, cuando un niño de 21 meses de origen marroquí falleció al precipitarse al vacío desde un cuatro piso en La Argañosa. "No es fácil porque el Ayuntamiento o la comunidad de vecinos suelen poner pegas a la petición", añadió.

El suceso al que se refiere la vecina ocurrió en noviembre de 2016. El pequeño Rami falleció después de precipitarse a mediodía desde un cuarto piso del edificio San Antonio de la calle Argañosa. Según los agentes, trepó por el mueble que había debajo de la ventana de su habitación -una estantería para guardar juguetes y libros- y abrió totalmente una de las hojas del ventanal que en ese momento estaba entreabierto y con la persiana a la mitad. Una vez allí, de pie o a gatas, empezó a arrojar peluches y diversos objetos al patio, hasta que perdió el equilibrio y se precipitó al vacío desde una altura aproximada de 15 metros. Los profesionales suelen calcular una altura de tres metros por cada piso de un edificio, pero en aquel caso había más metros porque el inmueble tenía un entresuelo.