La jornada de ayer en "Los Conciertos del Auditorio" fue una de esas citas en las que el público disfrutó, y mucho. El contratenor francés Philippe Jaroussky llenó ayer tarde el Auditorio Príncipe Felipe para iniciar con un tremendo éxito su gira de conciertos por España en la que presenta su último trabajo en torno al compositor Francesco Cavalli.

La propuesta de hacer casi un concierto monográfico sobre un operista que no figura entre los más conocidos siempre es arriesgado, pero ayer a nadie le importó si el programa era conocido o no.

El timbre vocal de Jaroussky, tan especial, tan etéreo, casi mágico, no deja a nadie indiferente, y sin duda esta característica fue una de las más aplaudidas por los asistentes.

Jaroussky sale al escenario junto a toda la agrupación, como uno más de los integrantes del conjunto "Artaserse", esperando religiosamente en escena por sus intervenciones. Sobrio, casi parece huir de los divismos a los que acostumbran las estrellas de la ópera para buscar un perfil de agrupación de música historicista.

Pero su recreación de las sinfonías y arias de Cavalli no es, ni quiere ser, una interpretación historicista, a pesar de utilizar instrumentos antiguos, sino que busca una interpretación de hoy, y precisamente esto le confiere la rabiosa actualidad y el apoyo incondicional del público.

El concierto que Jaroussky y los de "Artaserse" ofrecieron ayer en Oviedo fue un torbellino de emociones, un contraste continuo de afectos expresados a través de la música de Cavalli. En él pasaron desde la más triste melancolía de los lamentos de Ciro o Apollo, en los que Jaroussky expresa como pocos las situaciones tan dramáticas que atraviesan los personajes, con una sensibilidad casi sobrenatural.

Hubo también espacio para las arias llenas de vistuosismo, como la que cerró el concierto, "All'armi, mio core", para las que Jaroussky demuestra una extrema facilidad.

La ópera de Cavalli, igual que en Monteverdi, se apoya mucho en la palabra, a través de los recitativos, por lo que la dicción del contratenor francés fue otro de los aspectos más destacados de su interpretación, de la misma forma que su proyección sonora, que hizo audible su voz para toda la sala que estaba a rebosar.