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Bombas inesperadas

La reciente aparición de artefactos explosivos de la Guerra Civil indica que aún quedan numerosos vestigios

Anuncio publicado en un diario cordobés.

Han pasado ochenta años desde el final de la Guerra Civil y vuelve a ponerse de actualidad la desactivación de artefactos olvidados que quedan como vestigios de la contienda. De manera cíclica, siguen apareciendo bombas y obuses en torno a la zona que abarcó el cerco de Oviedo.

Recientemente se localizó un obús en las cercanías de Grado, donde se libraron encarnizadas batallas. Una vez terminada la guerra el antiguo campo de fútbol de Buenavista estaba sembrado literalmente de obuses e inutilizado para la práctica del fútbol, hasta el 29 de septiembre de 1940, fecha en la que se iniciaba la temporada.

El concejo de Las Regueras tuvo protagonismo destacado en el asedio de Oviedo, en Valduno, Escamplero o Trasmonte. En Oviedo el Naranco, Abuli y El Campón, fueron escenario de violentos combates dejando una huella importante de explosivos sin detonar. Las dos explosiones más devastadoras en Oviedo fueron las registradas en el edificio de Foncalada esquina Caveda, y en Uría con la Avenida de Santander. Se saldaron con decenas de víctimas, aunque la cifra exacta nunca se conoció. El récord de bombas caídas en Oviedo está cifrado por algunos autores en más de 20.000 durando el bombardeo del Hospital Viejo en Santa Susana el 21 de febrero de 1937, probablemente el día más trágico en la historia de la ciudad.

En una respuesta parlamentaria a un senador de EH Bildu publicada en el diario "El País" de hace unos días, se recogía el dato de detonaciones registradas por la Guardia Civil desde 1985 con un total 35.000 artefactos explosivos. En el ranking figura en segundo lugar Asturias, después de Teruel, con 2.283. A pesar de las ocho décadas transcurridas desde el fin de la guerra, siguen apareciendo artefactos y en lo que va del presente año se han detectado 41. El ritmo no baja.

En la región centenares de asturianos resultaron afectados por los daños causados por los explosivos. Amputaciones, cegueras y otras discapacidades, fueron algunas de las secuelas, además de muertes.

El 4 de junio de 1938, en plena guerra, cuatro niños entraron al patio de una casa derruida por los bombardeos en el Postigo Alto y hallaron un proyectil. Al manejarlo les estalló de lleno. Los vecinos, alertados los vecinos por la deflagración, presenciaron horrorizados pedazos de dos de los cuerpos esparcidos por el local y otros dos heridos graves de 5 y 4 años que fueron trasladados al Hospital Provincial.

El año 1942 fue funesto en las explosiones de bombas en Asturias. El 3 de junio, en Soto de Cangas, (Cangas de Onís), un proyectil golpeado fortuitamente causaba la muerte de cuatro personas. Un mes más tarde, el 7 de junio, cuando los hermanos Antonio y Aquilino Díaz Rodríguez manipulaban una bomba en Urbiés (Mieres) explotó. Antonio falleció y Aquilino fue trasladado en grave estado a Oviedo.

Como colofón a ésta serie de explosiones, el 21 de noviembre en Trasmonte, (Las Regueras), cuando regresaban de la escuela varios niños de entre ocho y doce años, uno de ellos, Manuel García Vega halló un proyectil entre la maleza que cubría la cuneta y, al manipularlo, originó una fuerte explosión, causando la muerte instantánea de cinco pequeños y lesiones graves a otros dos. El hecho produjo una tremenda conmoción en Trasmonte y en todo el concejo.

Siguiendo con la cronología de explosión de proyectiles en la década de los 40, en Nava, el 25 de marzo de 1944 falleció un joven y otro resultó gravemente herido, cuando se dedicaban a las faenas del campo. Al parecer un obús estaba colocado de pié en la finca y despertó la curiosidad de los jóvenes. A uno de ellos sólo se le ocurre darle un hachazo al proyectil originando la inmediata deflagración.

De nuevo Las Regueras volvió a ser protagonista el 29 de enero de 1948, con dos víctimas mortales en Acebos al manipular un obús. Se trataba de dos vecinos de Trascañedo. Otra niña resultó herida. Con seguridad hubo otras explosiones con víctimas en algunos casos silenciadas por el propio régimen.

Por último merece la pena citar un anuncio curioso publicado el 27 de julio de 1933 por el gobernador civil de Córdoba, Alonso Mallol, que había ocupado el mismo cargo en Oviedo, en un diario de la provincia, en el que se publicitaba el hallazgo de una bomba a la vez que rogaba a su propietario que pasase a recogerla.

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