En su trilogía "Los constructores del mundo", Stefan Zweig "no celebra las excelencias de la literatura ni a sus grandes autores, sino que plantea una supremacía de la cultura alemana sobre la francesa, inglesa o rusa". Lo hace en una suerte de "guerra" contra todo lo que no es alemán. Es la tesis que mantiene Ramón Rubinat, que ayer pronunció la conferencia "Stefan Zweig: ¿cavernícola o imperialista?" en la Fundación Gustavo Bueno. Rubinat ha analizado la literatura comparada de Zweig hasta llegar a la conclusión de que el autor mantiene una postura nacionalista que no se ha sabido entender en los últimos cien años. "Bajo la apariencia del irenismo, de la fraternidad y el hermanamiento de culturas, hay una defensa del nacionalismo alemán", apunta. El conferenciante aclaró que la Alemania que Zweig defiende como superior culturalmente al resto de Europa es la anterior a la I Guerra Mundial. "Si uno lee con atención sus obras se da cuenta de que siempre salen vencedores los autores alemanes", mantiene Rubinat, que desde la Escuela Hispánica de Ciencia y Filosofía de la Literatura estudia las obras en las que Zweig analiza a autores clásicos europeos. El ponente explicó que Zweig "dejó planteado que la Alemania cultural lideraría Europa". No estaba muy desencaminado, aunque es la Alemania económica la que manda, "algo que a él le hubiese horrorizado", según Rubinat.

El ponente ironizó también con el auge de la obra del alemán en los últimos tiempos. "Se lee mucho porque es posmoderno aborrecer la violencia y por tanto negarla, pero se lee mal, con el prejuicio del buenrollismo".