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Importancia del desarrollo emocional en edades tempranas

La afectividad y el mundo de las emociones son parte esencial en la adquisición de aprendizajes, especialmente en edades tempranas. La metodología de destacadas escuelas infantiles favorece la adquisición de la consciencia y regulación emocional, así como de una correcta autoestima, ofreciendo un ambiente seguro, relajado y motivador, propiciando situaciones en las que el niño exprese sus emociones e identifique las de los otros.

Desde que nace, el ser humano comienza a adquirir habilidades emocionales y con su llegada a la escuela infantil el niño inicia la socialización con otros individuos y debe poner en marcha sus destrezas emocionales. De este modo, poco a poco empieza a desarrollar su inteligencia emocional. A diario, uno se encuentra con situaciones complejas de resolver en las que juegan un importante papel las emociones, que tan solo podrán afrontarse haciendo uso de la inteligencia y por ello, en consonancia con las familias, las escuelas infantiles proporcionan las condiciones idóneas para que se produzca dicho desarrollo emocional.

Las educadoras siempre permanecen junto al niño de forma estable, amorosa, tranquila y con un continuo contacto a través de abrazos, caricias... Todas estas pautas son necesarias para establecer un correcto vínculo afectivo. La figura de apego es quien dotará al niño de seguridad, a través de la lactancia, el contacto ocular, la voz, los gestos, sus sonrisas, y esto se consigue a través del juego, donde se le alentará a experimentar la empatía, la confianza y le aumentará la autoestima. De todo esto el niño obtendrá su equilibrio emocional y a partir de sus propias experiencias irá construyendo poco a poco la estructura de su personalidad, su forma de ser, de sentir, de actuar y de reaccionar ante distintas situaciones. La expresión de emociones se ejercita evitando el rechazo, la represión y la negación de aquellas más intensas.

Cuando el adulto reprime la expresión de la emoción niega al niño el derecho a sentirla. Hay que averiguar el pensamiento o situación que está generando el sentimiento y provoca la explosión emocional. Aceptando el sentimiento, modificando el pensamiento y ofreciendo cauces correctos para la expresión de emociones, además de poner nombre a la emoción, la educadora transmite al niño la comprensión, la aceptación y el afecto que el pequeño necesita para recuperar el equilibrio emocional. Para ello, estas escuelas siguen unas pautas en las aulas a lo largo de su actividad diaria con los niños, como tocarlo con suavidad, acariciarlo, arrullarlo, "piel con piel"; escucharle con atención y establecer diálogos; ofrecer consuelo, acudir a su lado siempre que llore; mirarle a los ojos con admiración; hablarle y cantarle en tono suave; colocarse a su altura al dirigirse a ellos; contestar a sus demandas; felicitar y elogiar; festejar su juego con alegría y risas; no realizar varias acciones a la vez; cuidar el lenguaje corporal; no culpabilizar, ofrecer alternativas para rehacer lo que hizo mal, y vigilar que todos los días dedican un momento especial a cada uno de los pequeños. Un proceso que continúa durante el primer ciclo de Educación Infantil, trabajando diversos aspectos como la autoestima, la regulación y la consciencia emocional, el uso de consignas y normas claras, valorar al niño para que se sienta valioso ante sí mismo y ante los demás o el propiciar situaciones en las que exprese sus emociones.

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