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Visiones De Ciudad

Vivos en una ciudad viva

"Visiones de ciudad" suma 80 entregas y acumula llamadas de atención sobre la contaminación, la movilidad y la singularidad

El Nora en la zona de Tuernes, lado norte del Naranco. MIKI LÓPEZ

Es la tercera vez desde que las "Visiones de ciudad" echaron a andar en LA NUEVA ESPAÑA, hace ya más de un año y medio, que la sección hace un alto en el camino para hacer balance de lo que los ovetenses, entendidos aquí como vecinos, nacidos y amigos de la ciudad, piensan de la capital asturiana, de su situación actual, del lugar del que viene y de los rumbos que toma para el futuro. Si en el primer resumen primó la reflexión sobre el estado del patrimonio y en el segundo la necesidad de definir planes estratégicos, en esta nueva recapitulación, los nuevos artículos publicados, que suman con los anteriores ochenta entregas, ponen el acento en la cuestión medioambiental y en la necesidad de que Oviedo no pierda sus singularidades.

Contaminación. Son varios los invitados a firmar sus "Visiones de ciudad" que recuerdan que Oviedo figura como una de las ciudades con más contaminación del Norte de España en varios listados. El profesor José Yebra cita, por ejemplo, cómo odia "esa nueva de contaminación que se ve desde el Naranco cuando una época de sequía aprieta". No es el único, el enfermero especializado en cuestiones de salud mental Jose Eloy García detallaba las diferencias entre su primera llegada a Oviedo y su segunda (o tercera) vuelta a la capital. "Lo malo", escribía, "es que la polución ambiental comienza a ser insoportable, por ello echo muchísimo de menos aquel aire tan respirable que había cuando llegué hace 38 años".

Carril bici. Hay mucha gente que opina que las bicicletas no son para Oviedo. No es el caso, sin embargo, de varios de los colaboradores de "Visiones de ciudad". Dentro del balance de lo mejor/lo peor que la sección lleva incorporada, una de las críticas constantes es esa, que la ciudad no tiene carriles bicis. No basta, parece con las zonas 30, sino que se reclaman vías específicas para que los ciclistas se puedan desplaza con seguridad y facilidad por la ciudad. Como Asturies con Bici ha defendido en varias ocasiones, pese a las cuestas, es posible buscar itinerarios alternativos en la ciudad con porcentajes de pendiente más suaves que los de las vías más habituales. Entre los últimos artículos publicados en "Visiones de ciudad" el asunto de la movilidad preocupa. El actual director de la TPA, Francisco G. Orejas, exponía así una de sus quejas entre los aspectos más negativos de la ciudad: "la omnipresencia de coches (y la ausencia de parkings públicos y baratos). La falta de carriles bici. La falta, ya puestos, de bicicletas también públicas".

El tamaño. A pesar de los problemas de movilidad, también se aplaude de forma generalizada y se expone como una de sus principales virtudes, el tamaño de Oviedo y su condición de "ciudad paseable" de un extremo a otro. Una sensación de calidad de vida que resumía bien el artista visual Pablo de Lillo cuando hacía su relato de lo mejor de Oviedo: "Creo que coincido con la mayoría en pensar que Oviedo es una ciudad bella de aspecto y cómoda de proporción, fácil de transitar, limpia, amable de gentes. Me gustan los árboles inmensos del parque, la mezcla de buena arquitectura de épocas diversas, el impulso por renovar la ciudad sin renunciar por ello a su pasado. El Guido Reni del Museo y el crepitar del suelo del Palacio de Velarde. El ritmo de la gente por la calle, las terrazas del Ovetense y la Belmontina, la librería de viejo de Valdés, las tarletas de ensaladilla de Rialto, los mil y un objetos extraños de Dolsé Antiques, las conversaciones ajenas en los autobuses de línea".

Nuevo urbanismo. Como reflexión conjunta de los problemas ambientales, la movilidad y la calidad de vida ovetense, decía el escritor Armando Murias que Oviedo tenía una "oportunidad única e irrepetible, de poder transformar el urbanismo de Oviedo para conseguir una ciudad más habitable con los grandes espacios que dejan las dos fábricas históricas de la ciudad, la del gas y la de armas, y el solar del antiguo hospital". Esa idea se repite en otros autores que piden más zonas verdes en Oviedo y una ampliación de los espacios en las nuevas zonas en crecimiento, o a punto de reformarse. Evitar, en resumen, la aglomeración y caminar hacia un modelo sin tantas viviendas, no tan expansivo como el que se practicó hasta ahora. Precisamente esa línea, la de frenar la expansión de las viviendas en la zona rural y redistribuir el dominio del ladrillo es una de las ideas con las que trabajan los autores de la revisión del Plan General de Ordenación.

Lo único de Oviedo. Pero la ciudad no sólo ha de ser vivible, sino también viva. En las "Visiones de ciudad" los articulistas tratan de dar con la esencia de la ciudad y a veces, incluso, entran en fuertes contradicciones, como quien aplaude el concepto "Oviedín del alma" y hace gala de él y quien lo rechaza como ejemplo de visión infantil de una ciudad que a pesar de su historia se resiste a crecer. En todo caso, unos y otros sí piden que Oviedo no pierda algunas de sus señas de identidad propias. En ese camino coincidían dos autores en principio muy alejados pero que podrían tener varios puntos en común, el músico Jorge Otero y el escritor José Miguel López. Otero, líder de "Stormy Mondays", es ovetense y ha vivido aquí la mayor parte de su vida. José Miguel López es venezolano y vive en Nueva York, pero su matrimonio con una ovetense le ha hecho conocer y disfrutar la ciudad casi una vez al año desde hace ya tiempo. Y si Jorge Otero escribió que, además de una política de alquileres, la ciudad necesitaba tener música en directo y diversidad, López, que viene de una de las ciudades más cosmopolitas, insistía en una idea parecida. "Es malo que la apertura de un Starbucks" dijo, "un local que uniforma las ciudades del planeta con su café mediocre, haya suscitado el revuelo que suscitó en una ciudad con tantos bares y cafeterías buenos con carácter y personalidad".

Lo mejor, las personas. El músico Pablo Und Destruktion lo resumió con una humorada que podría valer para cualquier ciudad: "Lo mejor, las personas. Lo peor, la gente". Pero, en realidad, su cita vale para hacer ver la importancia de algo que muchos han señalado en sus "Visiones de ciudad": Algunas de las mejores cosas de Oviedo están en sus habitantes. No tomados de forma aislada, no por puro chovinismo de ser ovetenses. Por la capacidad, cuando lo han hecho, de agruparse y lograr cosas. Es esta, la colaboración, precisamente, una de las características que el arquitecto Víctor García Oviedo señalaba como gran carencia de la sociedad asturiana frente a las virtudes vascas. Pero en el caso de Oviedo, y aunque sea en contadas ocasiones, las personas se han juntado para hacer cosas y ha dado resultado. Ahí está el ejemplo de Javier Gámez, directivo de Tribuna Ciudadana, que hablaba de cuándo las personas han logrado apoyar a la ciudad y crear cosas más grandes que sus habitantes. La propia Tribuna Ciudadana, decía, en su origen fue un ejemplo de esta colaboración, pero también la Fundación Princesa. Por cierto, que Gámez apuntaba un detalle de Oviedo que muchos pasan por alto. Oviedo es una ciudad universitaria. O habría que escribirlo entre interrogaciones. ¿Sigue siendo Oviedo una ciudad universitaria? Gámez planteaba la crítica de que veía a la institución cada vez más envejecida y desconectada de la ciudad. Del Oviedo de las personas también habló y lo aplaudió el escritor Javier F. Granda, y otro escritor, el poeta Jose Luis Piquero, destacaba esa cara B de la ciudad: sus barrios. "Lo mejor de Oviedo", contó en "Visiones de Ciudad", son "algunos centros culturales y bibliotecas de barrio. Estoy pensando, por ejemplo, en la biblioteca pública de La Corredoria, El Cortijo, con su magnífico fondo bibliográfico y su jardín soleado. Un auténtico paraíso para quienes amamos los libros y el cielo azul".

Centralidad. No es la primera vez que en las "Visiones" hablan de Oviedo en el Área Central. El arquitecto Sergio Baragaño le dedicó un artículo a ese punto de vista. Sin citarlo, el pinto Marcos Tamargo también hizo un llamamiento a superar las barreras y construir no desde aislamiento y sí desde la colaboración. En su artículo se refería tanto a la centralidad de Oviedo en el contexto regional como al proyecto de ciudad metropolitana cuando citaba a un amigo de Nueva York que pasó el día con él, primero en Oviedo y luego en Gijón, y pensaba que se traba de dos barrios muy diferentes de la misma ciudad. La diseñadora Brezo Rubín también pedía salir de ese cierto ombliguismo y mirarse en los ejemplos de ciudades vecinas.

El aroma. Una de las cosas que más molesta a unos y gusta a otros, de nuevo las contradicciones, es ese complejo de ciudad señorial, de un Oviedo encerrado sobre sí mismo, del mito de la Vetusta rancia, vieja y casposa o de su contrario. La ciudad elegante y soberbia, la capital centroeuropea desterrada al norte de una península en el sur del viejo Continente. Quizá ese debate, la afección de unos y desafección de otros con esa cierta solera ovetense no deje de estar, también, en la propia idea profunda de la ciudad, y la resolución de ese conflicto establezca una de las claves sobre las que construir el futuro.

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