Los vecinos de la calle Gaspar García-Laviana, en Villafría, temen dejar el coche en el garaje de su casa desde hace tres semanas. Esa fue la fecha en la que algunos residentes y usuarios de los parkings de los portales 1, 2, 3 y 4 no pudieron arrancar sus vehículos por mucho que lo intentasen. Al bajarse y comprobar qué estaba pasando, se dieron cuenta de que les habían robado la batería. A los quince días volvió a pasar lo mismo en los números 5, 6, 7 y 8. Y la semana pasada, los cacos repitieron el delito en los primeros portales. "Todos los afectados son de la misma calle. Faltan unas ocho baterías en total. Ya hay quien aparca en otro sitio", explica César González, presidente de la Asociación de Vecinos de Villafría-Puente Pelayo.

Los vecinos de los garajes preferidos por los ladrones han denunciado los hechos a la Policía, pero los residentes del entorno y los barrios cercanos de Otero y San Lázaro han comenzado una campaña de prevención de robos con carteles informativos en los edificios. El texto es este: "Con el objeto de evitar la entrada de personas ajenas a los garajes, se ruega a los usuarios que esperen al cierre del portón una vez abierto y que vigilen el correcto cierre de las puertas peatonales de acceso a los sótanos".

Las víctimas sospechan que los ladrones venden las baterías como material de segunda mano en el mercado negro o que las venden para chatarra. "Van a los coches que son fáciles de abrir. Los pequeños o de tamaño medio, pero ninguno de alta gama", dice el presidente vecinal.

El modus operandi es similar al detectado hace cinco meses en robos similares cometidos en La Corredoria y en Colloto. En aquella ocasión, los delincuentes accedieron por la noche a los aparcamientos y sin apenas dejar pistas lograron retirar las baterías para, supuestamente venderlas posteriormente en el mercado negro. "Fueron muy cuidadosos, porque no dejaron ni una marca", declaró uno de los vecinos de La Corredoria, que se percató de lo sucedido tras tratar de arrancar sin éxito el turismo estacionado en un garaje de la calle Fuente La Braña. El hombre pensaba que se trataba de un caso aislado, pero cuando fue a un taller de Siero a comprar una batería nueva los trabajadores le comunicaron que su caso era el sexto de esa naturaleza atendido ese día y que a otras víctimas les habían sustraído hasta las ruedas. Más tarde, se enteraría de que en total fueron una veintena los vecinos afectados. Agentes de la Policía Científica se desplazaron hasta la zona en noviembre para buscar pruebas, pero no hallaron ninguna huella ni resto que pudiese llevarles tras la pista de los ladrones.