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Final a una doble celebración

El colegio de la Milagrosa clausura los actos del 50.º aniversario de su edificio y el centenario de su arquitecto Sáenz de Oiza

Exalumnas y monjas de la Milagrosa, delante, ayer, en el salón de actos del colegio. CAROLINA DÍAZ

El espíritu cristiano y vicenciano, comprometido especialmente con los más débiles, continúa intacto, como el primer día. Así lo certificó ayer por la tarde la madre superiora del colegio de la Milagrosa, sor Margarita. Y lo hizo durante la ceremonia de clausura del 50.º aniversario del colegio actual y del centenario del nacimiento de su arquitecto, el genial Francisco Javier Sáenz de Oiza, premio "Príncipe de Asturias" de las Artes.

En un salón de actos abarrotado de exalumnas y exalumnos de varias generaciones, y tras la eucaristía, se celebró la ceremonia de clausura de todos los actos que se han realizando en el centro desde el pasado mes de febrero por esta doble celebración. Y, cómo no, la inolvidable sor Blasa, tía de Oiza, fue la gran recordada. Ella hizo posible que su sobrino diseñara el colegio de Oviedo, de forma gratuita, que además es la única obra que el gran arquitecto tiene en Asturias. Sor Margarita, en su discurso, recordó los avatares y sufrimientos que sufrieron las Hijas de la Caridad en Oviedo, primero durante la Revolución del 34 y, dos años después, con la Guerra Civil. Desde el año 1830 enseñan en la ciudad.

La arquitecta Paula Fernández fue la encargada de recordar su paso por el colegio en presencia de otros antiguos alumnos, entre los que se encontraban nietos e hijos de antiguos colegiales. Un día para no olvidar.

Proyecciones de fotografías, muchas del antiguo colegio de la calle Gil de Jaz, suscitaron numerosos comentarios entre las asistentes más veteranas. "¿Te acuerdas de esa clase?". "¡Quién nos vio y quién nos ve, pero si éramos unas crías!", comentaban con buen humor. Y lo hacían, claro, agrupadas por edades.

Una de las antiguas alumnas más veteranas, Purita de la Riva, que a sus 86 años continúa tocando el piano como en sus mejores momentos, ofreció un pequeño concierto que terminó interpretando una jota en memoria del navarro Sáenz de Oiza. Un detalle que todos los asistentes a la celebración agradecieron con sus aplausos a la gran pianista ovetense. Y para finalizar, todos cantaron "Cumpleaños feliz". Después, el vino español y el pincheo, en el que sobre todo las antiguas alumnas no pararon de recordar anécdotas y más anécdotas.

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