Decía Vicente García Riestra -fallecido el pasado jueves y hasta entonces el último español superviviente del campo de concentración nazi de Buchenwald- que los niños y la juventud son "primordiales" para la pervivencia de la libertad y para construir una sociedad que no permita jamás el infierno que a él le tocó vivir bajo el yugo nazi. Lanzó ese mensaje a través de una carta que envió al colegio Carmen Ruiz-Tilve para agradecer a los alumnos del centro de La Corredoria el haberle concedido su III Premio por la Paz. Eso fue el 30 de enero de este año, cuando su enfermedad ya estaba avanzada y le impidió acudir a recogerlo, pero el espíritu del preso 42.553 sí que estuvo presente ayer en el colegio.

Los 615 escolares del centro se reunieron en el patio a las doce del mediodía para homenajear al fallecido y guardar un minuto de silencio en su recuerdo. El profesor José Luis Remis, que hizo de maestro de ceremonias, leyó primero un emotivo comunicado. "Con Vicente García Riestra se va también parte de la historia moderna de este mundo, un mundo que puede llegar a ser muy cruel, donde hay personas llenas de egoísmo y vacías de valores", dijo ante los alumnos. "Vicente vivió muy de cerca los castigos brutales e injustificados de una guerra que jamás nadie ganó, porque en las guerras todos pierden", añadió.

Remis les explicó a los pequeños que el sierense Vicente García Riestra, que falleció a los 94 años, ha dejado en el mundo un valiosísimo regalo: sus palabras y su desgarradora historia personal. "De boca de don Vicente siempre salía una frase: que no se repita. Con estas cuatro palabras nos pedía que hiciésemos todo lo que estuviese a nuestro alcance para que nadie tuviera que vivir los horrores de una guerra. Por eso queremos decirle a don Vicente, allá donde esté, que seguiremos su legado y sus indicaciones", remató el profesor.

Y es que la figura del que hasta el jueves era el último superviviente español del campo de concentración de Buchenwald se ha quedado interiorizada en los alumnos del Carmen Ruiz-Tilve, que realizaron varios trabajos sobre sus vivencias e investigaron a fondo su figura. "Hasta que no empezamos a trabajar en el colegio no sabía nada sobre lo que ocurría en los campos de concentración nazis. Lo que más me impresionó fue ver vagonetas llenas de cadáveres", señaló Adriana Martínez, una alumna de sexto de Primaria. Rubén Suárez, también del mismo curso, tampoco olvidará la figura del preso 42.553. "Tuvo suerte porque trabajaba en la cocina del campo y podía comer algo, pero lo increíble es que muchas veces se lo daba a los más necesitados", explicó el niño.