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Leyendas vivas del Real Oviedo

El conjunto azul era el equipo de moda en España en 1936, cuando los goles de rosca de Emilín o el tanto de Luis Sport de cabeza desde el medio del campo pasaron a la historia

Por la izquierda, Herrerita y Emilín, mitos del oviedismo. LNE

En los variados temas que abordamos en la tertulia de ochentones y nonagenarios en un conocido hotel de Oviedo, recordamos episodios y curiosidades del viejo Buenavista con uno de sus miembros, Santos Muñoz, quien a sus 98 años asiste puntualmente a los partidos del Real Oviedo. Los encuentros han sido transmitidos de generación en generación desde su inauguración en el partido ante Yugoslavia en 1932.

La historia del Real Oviedo, al margen de lo deportivo, está salpicada de curiosidades y anécdotas que han ido transmitiéndose en el tiempo y que aún permanecen inalterables en la retina de sus seguidores más veteranos.

La "cantada" del guardameta del Oviedo que costó la victoria del club azul ante Las Palmas, hubiera sido calificada en los años cuarenta en el argot del aficionado oviedista como "argilada", en mención a los fallos de Argila, el portero del Oviedo que llegó a ser internacional.

Los hechos más recordados, al margen de la citada inauguración del campo, quizá sean el primer ascenso a Primera división en la temporada 1933-34; los dos "sietes", al Barcelona en 1933 y al Real Madrid en 1947; el 0-6 en el Molinón en 1956; el inicio de la brillante campaña 1943-44, o la temporada 1961-1962, al alcanzar el tercer puesto en la Liga.

En la parte negativa hay acuerdo en señalar que el mayor disgusto del oviedismo fue la derrota ante el Murcia en Madrid en julio de 1950 que conllevó el descenso a segunda división. Por supuesto que hay otras luces y sombras en la historia deportiva del club, como han sido los sucesivos ascensos y descensos. Muchos aficionados desconocen que en la primavera de 1936, el Oviedo era el equipo de moda en España. Así lo acredita un diario canario en junio del citado año, al realizar una encuesta entre sus lectores para seleccionar los equipos más atractivos para jugar la temporada de descanso en las islas.

La lista está encabezada por el Sunderland, seguido del Oviedo, Barcelona, Slavia, Liverpool, Juventus, el Sevilla (campeón resultante de la liga española) y el Arsenal.

En lo anecdótico es obligado recordar el bautizo del "jorobu", en relación con el número cinco que apareció en el marcador de Buenavista ligeramente deformado y que le daba cierto parecido a una joroba.

El cabezazo de Antón

Un amigo mío me comentó hace años, que presenciando un partido en el que salió el cinco en el marcador, atribuyó la ocurrencia a un aficionado de Felechosa, David Varela. Cronológicamente, hay un hecho que está en la retina de los aficionados más longevos: el cabezazo propinado por el jugador del Barcelona Bravo al ovetense Antón, originándole la pérdida de varios dientes. Antón se haría famoso en el mundo futbolístico de toda España por jugar con una boina calada hasta las orejas. Ya hemos citado antes las "argiladas" que acompañaban siempre los fallos de Argila.

Otro hecho muy rememorado, eran los famosos "goles de rosca" de Emilín. Un extremo izquierda extraordinario, recordado también por formar ala con Herrerita, que convertía los córners en medio gol con su excepcional toque de balón.

De los años 40, entre otros recuerdos de los viejos aficionados, siempre están presentes los goles de cabeza de Echevarría y Cabido. Y en los años 70 los de Marianín. Pero, sin duda, del que más se acuerdan muchos seguidores del Oviedo fue un gol de Luis Sport en un remate de cabeza desde medio campo, que es de suponer, contaría con la colaboración del guardameta rival.

Otros dos goles recordados en la mente oviedista, son el del paraguayo Amarilla, un oasis en su fracaso como jugador, y el penalti transformado por Tensi, cuando el balón rebotó en el hierro del interior de la red y fue anulado incomprensiblemente por el árbitro ante el estupor de los aficionados.

Siguiendo con más curiosidades, una frase que quedó esculpida para la historia del club de la capital fue la pronunciada por el portero portugués Carlos Gomes al reivindicar su situación económica "Si no hay dineiro, no hay goleiro". Fue muy comentada la decepción por el bajo rendimiento del fichaje del mierense Nando, que venía avalado por su facilidad goleadora en el Caudal y en Oviedo se quedó "seco". Otra leyenda del Oviedo es la relativa a Goyín, un jugador pequeño de estatura, pero de reconocido rendimiento, al que le buscaron sustitutos y nunca consiguieron eclipsarle.

Los árbitros también dejaron huella por los "embarques" al Oviedo. Los más sonados fueron los de Menchaca, Orellana o Congregado.

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