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Vetusta Mola | Arte

Breza Cecchini pinta sus caminos

La artista muestra sus creaciones, un recorrido vital de la infancia a la maternidad, en la sede del Colegio de Abogados

Por la izquierda, Natalia Arduengo, Breza Cecchini, Natalia García y Lucía Dueñas. LNE

Un artista, un pintor, tiene sus elementos fetiche, sus guiños, que aparecen más o menos velados en cada una de sus obras. Breza Cecchini no lo oculta, tiene sus "heterónimos", como ella misma los llama, y todos ellos pueblan los 16 lienzos que se pueden contemplar hasta el 30 de junio (en horario de mañana y tarde, de lunes a jueves, viernes solo por la mañana) en la sede del Colegio de Abogados en la calle Schultz.

Hacía más de un año que Breza Cecchini no montaba una exposición individual en Oviedo, pero eso no quiere decir que no estuviese creando. En realidad, también estaba criando a su hijo, pero entre tanto fue "Pintando caminos", título de la muestra.

Entre esos heterónimos están siempre los paisajes, "no muy alegres", reconoce la artista. En varias de las piezas que se ven en la exposición están esos paisajes y es cierto que tienen un punto tenebroso, pero los juegos de luz acercan más a una Asturias rural y otoñal que a un cuento de miedo. Esos paisajes se reducen en otra de las piezas a un árbol frutal, almendro, cerezo o manzano, que florece entre esos grises de los pinceles de la artista.

No falta nunca el lobo. Asalta al visitante un lienzo en el que una niña sostiene un lobo muerto en sus brazos. "Supongo que lo ha matado ella", dice la artista. Y supone que lo ha hecho con un cuchillo de plata que resalta sobre el ñoño vestido de una pequeña con coletas. La boca del lobo brilla en rojo, "en principio es la lengua, pero también podría ser sangre, me ha salido demasiado rojo", reconoce Cecchini.

En esas piezas están todos sus caminos y todas sus vidas, todas las vidas que ha vivido una niña, hija y madre. Está la lucha por esa maternidad costosa que pocos reconocen pero que todos viven. La crianza no es fácil, absorbe todo el tiempo posible y quita libertad creativa. Ahí aparecen los niños en los cuadros de Breza Cecchini. Ahí están los animales con los que la artista ha convivido, los caballos, que nunca faltan y que siempre han estado presentes en la familia. Y están también los seres que se han ido, el ojo que representa al padre ausente, pero que siempre será oráculo para la artista.

La exposición es un recorrido no solo por la obra de la artista, con piezas de hace tiempo y con obras nuevas, sino también por su vida, por todos esos elementos que componen una existencia.

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